El mes de septiembre es el mes dedicado a la Sagrada Escritura ya que el final de este mes celebraremos la memoria de san Jerónimo. San Jerónimo fue un erudito Padre de la Iglesia, sacerdote y eremita que se dedicó a la traducción de la Biblia del griego y el hebreo al latín, creando la versión conocida como la Vulgata.
En nuestro país septiembre es también el mes de la patria, pronto veremos cómo las principales edificaciones de nuestars ciudades comienzan a adornarse con los colores de nuestra bandera, recordando así la fecha del inicio por la indepencia. Sin embargo, en esta ocasión más que pensar en el mes de patria me gustaría invitarlos a que hagamos de este mes de septiembre una oportunudad para reencontrarnos con la Sagrada Escritura.
A lo largo de los años algunas personas han tomado la Biblia como un texto capaz de crear divisones incluso dentro de la misma Iglesia católica. ¿En qué hemos convertido los creyentes la Sagrada Escritura? La finalidad de un texto sagrado nunca puede ser la división ni la discordia.
Más que pensar en la Reforma Luterana, pienso en las familias que se han roto en nuestro ambientes latinoamericanos por la presencia de tantas sectas, las cuales interpretando la Escritura de manera libre han pretendido hacer de la Biblia un libro acomodado a sus pensamientos y deseos.
La Sagrada Escritura más que un texto es una Palabra transformadora, al leerla el ser humano se puede encontrar con Dios. En ella la vida de todos nostros queda al descubierto frente a la verdad que sólo en Dios el hombre puede encontrar.
Estoy seguro que respecto a la Sagrada Escritura la mayoría de nosotros necesitamos dedicarle un tiempo preferencial en nuestra vida. La lectura y meditación de la Biblia nunca será un tiempo perdido. Pues en la Sagrada Escritura nos encontramos con el Dios de las promesas que en Jesucristo se nos reveló de manera plena.
Quiero invitarlos a que nos animemos a desempolvar nuestras Biblias, que la Sagrada Escritura no sea un libro de adorno de nuestro libreros, sino que realmente sea un libro que lo usemos de manera recurrente. Démonos la oportnudad de encontrarnos con Dios a través de la Escritura y reconocer que estos escritos siempre serán actuales pues son Palabra de Dios.