Lunes 13 de Octubre de 2025 | Aguascalientes.

La Encrucijada de Pemex y el Camino Hacia un Futuro Tecnológico para México

Francisco Santiago | 05/09/2025 | 16:33

En un momento decisivo para el sector energético mexicano, el gobierno ha decidido rescatar a Petróleos Mexicanos (Pemex) con una inversión multimillonaria. Sin embargo, surgen preguntas fundamentales: ¿cuál es realmente el propósito de este rescate? Desde el PRI, PAN y Morena, la soberanía se ha utilizado como una retórica constante y una bandera que ondea en discursos oficiales para justificar un incremento en el gasto en la petrolera. Sin embargo, es imprescindible cuestionar si esa sensibilidad hacia nuestra independencia económica se traduce en acciones concretas o si, simplemente, perpetúa una visión obsoleta del sector energético y del rol del Estado.

Las cifras son preocupantes. La deuda de Pemex continúa en aumento, alcanzando cifras millonarias, mientras su producción sigue en caída libre. La empresa está atrapada en una espiral de ineficiencia que demanda una redefinición urgente de su modelo, pero también plantea una reflexión profunda sobre los caminos posibles para su reconversión y modernización.

A nivel global, las compañías petroleras más valiosas del mundo, como Aramco de Arabia Saudita y PetroChina, representan una referencia importante. Aramco, controlada mayoritariamente por el Estado saudí, tiene una participación privada muy limitada — aproximadamente el 1.5% en circulación— mientras que más del 98% sigue en manos del gobierno y fondos estatales. Su gestión eficiente se combina con un control estratégico del Estado.

Por otro lado, PetroChina, controlada por China National Petroleum Corporation (CNPC), muestra una participación privada que oscila entre el 20 y 25%, incluyendo fondos de inversión institucional y accionistas minoritarios internacionales, pero la mayoría de las decisiones siguen en manos del Estado chino. Este modelo refleja una apertura parcial del mercado con un control estratégico fuerte, donde la inversión privada busca mejorar eficiencia sin ceder control sobre decisiones cruciales. China ha apostado por el conocimiento y la innovación, redefiniendo así su concepto de soberanía en un mundo cada vez más globalizado e interconectado.

La palabra “soberanía”, que tantas veces se invoca en discursos políticos, necesita una revisión profunda. En un contexto en el que los activos más valiosos del mundo—datos y tecnología—están cada vez más concentrados en empresas extranjeras, México concede un consentimiento casi incondicional para su uso y explotación. Esto afecta nuestra autonomía y plantea una paradoja: en una economía donde el conocimiento y la tecnología son los nuevos recursos estratégicos, la independencia real se diluye si permitimos que estas áreas clave estén en manos ajenas.

El futuro económico de las naciones ya no descansa en la posesión de recursos naturales, sino en el conocimiento, la innovación y la tecnología. La lucha contra la pobreza debe ir más allá de lo meramente económico; es fundamental fomentar la educación y fortalecer la socialización del conocimiento. Dotar al sureste mexicano de las herramientas necesarias para el desarrollo tecnológico, garantizando acceso equitativo a servicios básicos como educación, salud y conectividad, es una prioridad para construir un país más justo y competitivo. La infraestructura física, como trenes, es importante, pero no suficiente si no se complementa con una infraestructura social y educativa que permita a todos los mexicanos aprovechar las oportunidades del siglo XXI.

En esta transformación, empresas tecnológicas como Nvidia, Alphabet y Meta reflejan un cambio de paradigma económico: sus valores de mercado alcanzan billones de dólares. Esto evidencia que el liderazgo del futuro dependerá más del conocimiento, la innovación y la tecnología que de la posesión de recursos naturales. La capacidad de innovación será la verdadera piedra angular de la competitividad global.

Por eso, la estrategia no puede limitarse a salvar a Pemex. Es urgente adoptar un enfoque integral que impulse un ecosistema robusto en educación y tecnología, permitiendo a México posicionarse en la economía del conocimiento. Solo así podremos ofrecer a nuestros ciudadanos un futuro verdaderamente equitativo y sostenible. La paradoja de Pemex es que, si la empresa quiebra, perderemos todos los mexicanos; y esa pérdida económica se reflejará en menores servicios y oportunidades. La pregunta clave es: ¿cómo podemos avanzar si los rescates fiscales fallan o si las condiciones del mercado cambian? La respuesta es clara: el costo será de todos y los beneficios, para unos pocos.

El desarrollo del país ya no puede sustentarse solo en recursos y actividades extractivas. El verdadero progreso se basa en el conocimiento, el talento y el desarrollo tecnológico. La lucha contra la pobreza debe fundamentarse en la educación y en la creación de oportunidades, especialmente en regiones como el sureste, donde el acceso a herramientas de desarrollo y servicios de calidad puede marcar la diferencia. No basta con construir infraestructura física; se requiere también fortalecer las capacidades humanas y tecnológicas para un futuro más justo, innovador y próspero.