Gwendolyne Negrete Sánchez | 20/08/2025 | 13:41
La XVI Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, celebrada del 12 al 15 de agosto de 2025 en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco, Ciudad de México, se erigió como un momento histórico para los derechos de las mujeres en la región. Sin embargo, más allá de la retórica celebratoria, es necesario examinar críticamente las contradicciones, exclusiones y tensiones que caracterizaron este evento, particularmente las intersecciones de poder que determinaron quiénes fueron incluidas en la mesa de las decisiones y quiénes quedaron relegadas a las protestas en las afueras.
1 COMPROMISO DE TLATELOLCO: ENTRE LA PROMESA Y LA REALIDAD
El resultado central de la conferencia, el Compromiso de Tlatelolco, establece una década de acción 2025-2035 para acelerar el logro de la igualdad sustantiva de género. Si bien este documento representa un avance conceptual al consagrar el cuidado como derecho humano, surge en un contexto regional donde cada 2 horas una mujer es asesinada por razones de género y 118 millones de mujeres viven en pobreza. Esta paradoja entre discursos progresistas y realidades brutales constituye la primera intersección crítica que debe analizarse.
Elementos del compromiso que merecen escrutinio:
2 EXCLUSIONES SISTEMÁTICAS: VOCES QUE NO RESONARON EN TLATELOLCO
Las Trabajadoras Sexuales: Feminismo de Puertas Cerradas
Una de las intersecciones más reveladoras de la conferencia fue la exclusión explícita de las trabajadoras sexuales, quienes protestaron en las afueras del evento. Esta exclusión evidencia las jerarquías internas del movimiento feminista y plantea preguntas incómodas sobre quién define qué mujeres merecen representación institucional y deja ver claramente:
-Clase y estigma: Las trabajadoras sexuales, frecuentemente provenientes de sectores populares, enfrentan la intersección de discriminación de clase, género y moral sexual.
- Agencia vs. Victimización: Su exclusión refleja debates feministas sobre si el trabajo sexual constituye ejercicio de agencia o explotación, debate que las propias trabajadoras denuncian como paternalista.
- Ciudadanía sexual diferenciada: Su marginalización revela cómo el Estado y las instituciones construyen jerarquías de ciudadanía sexual, donde ciertas expresiones de la sexualidad femenina son legitimadas mientras otras son criminalizadas.
Jefas de Familia: Nombradas sin ser escuchadas
Aunque la conferencia abordó el tema de los cuidados, las jefas de familia —que representan más del 40% de los hogares latinoamericanos— aparecieron más como objeto de políticas que como sujetas políticas con voz propia en los debates es decir se nombran, pero no se escuchan.
- Maternidad y pobreza: Las jefas de familia enfrentan la intersección brutal entre responsabilidades de cuidado y precariedad económica, realidad que el discurso de “sociedades del cuidado” no aborda con la urgencia necesaria.
- Migración y cuidado trasnacional: Las cadenas globales de cuidado, donde mujeres latinoamericanas cuidan hijos ajenos mientras dejan los propios al cuidado de abuelas y hermanas, fueron marginalmente tratadas.
- Informalidad laboral: El 54.3% de las mujeres trabajadoras de la región están en la informalidad, muchas de ellas jefas de familia que combinan trabajos precarios con cuidado familiar, realidad que requiere respuestas más radicales que las planteadas.
3 INTERSECCIONES CRÍTICAS DE PODER Y REPRESENTACIÓN
1. La Geopolítica del Feminismo Institucional
La conferencia evidenció cómo el feminismo institucional reproduce jerarquías geopolíticas:
- Feminismo del Norte vs. Sur: Los marcos conceptuales y metodológicos siguen siendo definidos desde organismos multilaterales con sede en países del Norte global.
- Élites feministas vs. Bases populares: La brecha entre las representantes institucionales y las realidades de las mujeres de base se hizo evidente en las protestas externas.
- Diplomacia feminista: México ejerció liderazgo regional, pero ¿hasta qué punto esto representa un cambio real en las relaciones de poder o una nueva forma de soft power?
2. Intersecciones de Raza y Etnicidad: Inclusiones Simbólicas
Aunque se incluyó discursivamente a mujeres indígenas y afrodescendientes, es necesario examinar críticamente:
- Tokenismo multicultural: ¿Su participación constituyó inclusión real o representación simbólica para legitimizar acuerdos diseñados desde lógicas occidentales?
- Saberes ancestrales vs. Marcos modernos: La tensión entre cosmogonías indígenas sobre el cuidado y los marcos de derechos humanos modernos no fue suficientemente abordada.
- Extractivismo y género: Las mujeres indígenas enfrentan la intersección específica del extractivismo y la violencia de género, realidad que el compromiso toca tangencialmente.
3. Generaciones: ¿Diálogo o Cooptación?
El supuesto “diálogo intergeneracional” merece análisis crítico:
- Institucionalización vs. Radicalidad: ¿Las jóvenes feministas fueron incluidas para radicalizar los discursos o para ser domesticadas por la lógica institucional?
- Tecnologías y resistencia: Las nuevas formas de organización feminista digital no fueron suficientemente incorporadas en las metodologías de la conferencia.
La XVI Conferencia Regional sobre la Mujer representa un momento contradictorio: avances institucionales significativos conviven con exclusiones sistemáticas y limitaciones estructurales. El Compromiso de Tlatelolco, aunque valioso, debe ser leído no solo por lo que incluye sino por lo que omite y a quiénes excluye.
El verdadero desafío no radica en celebrar los acuerdos alcanzados sino en construir movimientos feministas que sean coherentes con sus principios de inclusión, que reconozcan las intersecciones complejas de las experiencias femeninas en la región y que no reproduzcan, desde adentro, las exclusiones que critican desde afuera.