Hasta aquí subió la roca… y desde aquí la empujan otra vez cuesta abajo. Así es la vida política de Movimiento Ciudadano en Aguascalientes: un eterno sube y baja donde, cada que parece que van a despegar, desde su propia dirigencia nacional les cortan las alas. Y lo peor: muchos parecen ya estar acostumbrados a vivir así, como un partido enano que a veces se pinta de valiente, pero en cuanto llega la tentación del pacto, se acomoda como comparsa oficial del sistema.
El cuento ya lo vimos
Pasó con Martín Orozco, pasó con Tere Jiménez, y si nadie lo remedia, pasará otra vez en 2027. El guion es simple: el comité nacional se sienta con el gobernador o la gobernadora en turno, negocia una serie de “concesiones” y, a cambio, el MC local renuncia a competir en serio. Es la fórmula más segura para que nadie se desgaste… y para que el naranja siga estancado en el 3?% de los votos, aplaudiendo desde la orilla.
La jaula dorada de la dirigencia
El problema no es solo el cálculo electoral. El problema es que quien ostenta el liderazgo local en MC no manda en su propio partido. La estructura directiva, controlada a distancia, no deja operar libremente a sus dirigentes estatales: cualquier movimiento importante debe pasar por el visto bueno de quienes, desde un escritorio a cientos de kilómetros, deciden la estrategia… sin pisar Aguascalientes, sin entender sus códigos y, peor aún, sin conocer a sus votantes.
Eso genera un MC partido en dos: la dirigencia nacional que cree que el estado es un tablero de ajedrez para mover fichas según sus intereses, y los liderazgos locales que no tienen comunión entre sí. La unidad es más de discurso que de hechos: todos se sonríen en las fotos, pero cada quien está jalando para su lado.
El regalo envenenado del cascajo
Y aquí viene el otro peligro: cuando MC se vende como la “opción fresca”, el PRI y otros partidos ven la oportunidad perfecta para enviarle su cascajo, ese material político reciclado que ya no sirve en su casa, pero que puede maquillar al naranja como si fuera “nuevo talento”. Es un trueque soterrado: ellos se quitan de encima cuadros incómodos o quemados, y MC los recibe con los brazos abiertos… porque más vale sumar algo que nada. El problema es que ese “algo” no suma, resta: desmotiva a las bases auténticas y convierte al partido en un refugio de políticos desechados.
Lorena Martínez, la pieza incómoda
En medio de todo esto, surge la figura de Lorena Martínez, una mujer con experiencia, sí, pero cuya cercanía con la gobernadora panista la coloca como una ficha difícil de vender como “independiente” o “oposición”. ¿Cómo convencer a los votantes de que MC es diferente si la carta fuerte tiene puentes tan visibles con el PAN?
Lorena Becerra, la encuestadora, ya dio el consejo: no hacer alianzas con PAN o PRI en 2027. Y es un buen consejo… si de verdad quieren crecer. Pero seguirlo implicaría romper con la comodidad de las negociaciones nacionales y asumir el riesgo de jugar solos. Y ahí está el detalle: ¿hay voluntad real para dar ese salto o el plan es seguir cobrando como “partido emergente” que nunca emerge?
2027: ¿salto o resignación?
Hoy MC tiene dos rutas:
-Apostar por una candidatura limpia, con proyecto propio y base local sólida, aunque eso signifique romper con la lógica nacional y enfrentar un arranque desde el sótano electoral.
-O seguir el camino de siempre: pactar con los grandes, recibir cascajo disfrazado de fichajes estelares, y asegurar que todo siga igual.
La decisión no es fácil, pero el tiempo corre. Porque en Aguascalientes, si no se atreven a dar el salto en 2027, ya pueden ir olvidándose de crecer en 2033, 2039 o en cualquier año que termine en número impar.
Al final, la pregunta sigue siendo la misma:
¿Se animará el enano naranja a crecer, o seguirá jugando a las escondidas mientras los adultos se reparten el pastel?
Hasta aquí subio la roca