Lunes 18 de Agosto de 2025 | Aguascalientes.

Humanismo empresarial: el legado de Don Roberto Servitje

Juan Carlos Soledad Pérez | 30/07/2025 | 18:17

El pasado 17 de julio falleció Don Roberto ServitjeSendra, cofundador de Grupo Bimbo y figura emblemática del empresariado mexicano, cuya vida fue ejemplo de liderazgo con valores, compromiso social y visión de largo plazo. Más allá de sus logros empresariales, deja una huella profunda en quienes lo conocieron y en quienes han sido beneficiados por la obra que construyó.

Tuve la fortuna de conocer personalmente a Don Roberto durante mi etapa como presidente de USEM Aguascalientes. Era una de esas personas que transforman desde el ejemplo: sereno, sabio, íntegro. Su trato era cálido y cercano, pero lo que más impresionaba era la coherencia entre lo que pensaba, decía y hacía. Inspiraba sin imponerse, guiaba con humildad.

Don Roberto fue uno de los fundadores de Bimbo, y el responsable de llevar la empresa más allá de su sede original en la Ciudad de México. En 1954 fundó Bimbo Occidente, con sede en Guadalajara, donde inició como gerente general. Más adelante, impulsó un sueño más ambicioso: la internacionalización del grupo. Bajo su liderazgo, se consolidó una de las historias empresariales más admirables del país.

En 1979 fue nombrado Director General, y más tarde, en 1990, Presidente Ejecutivo del Grupo. Fue durante ese periodo que Bimbo dio pasos firmes hacia su expansión global. En 1994 asumió la presidencia del Consejo de Administración, cargo que ocupó hasta 2013. Hoy, Grupo Bimbo es la principal empresa panificadora del mundo, con presencia en más de 30 países.

Pero quizá lo más trascendente del legado de Don Roberto es que ese éxito no se alcanzó a costa del bienestar de las personas, sino gracias a él. Su visión fue siempre construir una empresa altamente productiva, sí, pero también profundamente humana y comprometida con el bien común. Para él, generar riqueza era importante, pero más lo era multiplicar el bienestar de colaboradores, proveedores y comunidades.

Hombre de fe profunda y convicciones firmes, su escala de prioridades era clara: primero Dios, después la familia, y luego el trabajo, al que se entregó con excelencia y responsabilidad. En 1963 se incorporó a USEM (Unión Social de Empresarios de México), organización que promovió con entusiasmo como uno de sus principales patronos. La misión de USEM —formar empresarios éticos y socialmente responsables, guiados por la Doctrina Social de la Iglesia— fue también una misión de vida para Don Roberto.

Creía firmemente en principios como la dignidad de la persona, la justicia, la solidaridad, la subsidiariedad y la libertad responsable. En varias ocasiones señaló que vivir estos valores no solo hacía más fuerte a su empresa, sino que le daba un “carácter diferente”.

Don Roberto sostenía que muchos desean el progreso, pero pocos están dispuestos a esforzarse de verdad para alcanzarlo. En su libro Estrategia del éxito empresarial escribió: “Los líderes excelentes no son los que más figuran, sino los que tienen valores, conocimientos, disciplina y una voluntad inquebrantable de servir bien”. Para él, liderar no era mandar más sino servir mejor. Por ello afirmaba también que “el verdadero éxito de una empresa dependerá de la capacidad de descubrir y apoyar a las personas valiosos”, aquellas que comparten el propósito y se comprometen con la visión.

Preocupado por el rumbo del país, solía llamar a los empresarios y ciudadanos a dejar de lado la crítica estéril y pasar a la acción concreta. Para él, solo mediante un esfuerzo constante y positivo se podía contribuir a construir un México más justo y próspero.

En un mundo donde muchas veces el éxito se mide únicamente por el dinero acumulado, la vida de Don Roberto nos recuerda que otra forma de hacer empresa —y de vivir— es posible: una que pone en el centro a la persona y al servicio como vocación. Su ejemplo nos invita a liderar con integridad, a trabajar con sentido, y a aspirar no solo a triunfar, sino a trascender.

Don Roberto Servitje nos deja una lección imborrable: cuando el liderazgo nace de los valores, el impacto no se limita al presente ni al balance financiero, sino que se convierte en legado. Uno que seguirá inspirando a generaciones por venir.