Lunes 7 de Julio de 2025 | Aguascalientes.

TAN LEJOS DE PALESTINA Y TAN CERCA DE LO ABSURDO

Ikuaclanetzi Cardona González | 05/07/2025 | 11:33

Esta columna la escribo con una incomodidad que no me enorgullece. Y es que a veces no basta con estar de acuerdo en el fondo; también hay que cuestionar la forma. Me explico.
Desde que entré a la universidad, he sido testigo -y a veces cómplice- de muchas luchas justas. Jóvenes que se organizan, que nombran lo que otros callan, que exigen en la calle lo que se niega en las aulas y en las leyes. Me ha tocado firmar, acompañar, grabar, escribir. Y no hay día que no me emocione ver que una generación sin futuro aparente decide inventarse uno, a gritos si es necesario.
Pero incluso la rebeldía necesita brújula. Y a veces, me parece, la perdemos.
Mientras escribo esto, México supera en asesinatos a las muertes registradas en guerras como la de Israel contra Irán. No es hipérbole. Es estadística. En cinco días de junio, México registró más homicidios que los muertos en esa guerra. Y si se suman las fosas clandestinas, casi triplicamos la cifra. Parece que la barbarie es rutina y el horror costumbre en la nación tricolor.
Podemos quedarnos más cerca. Aquí, en Aguascalientes, más de 70 niñas menores de 15 años se convirtieron en madres tan solo en el último año. Algunas de ellas fueron violentadas por hombres adultos que hoy caminan impunes. No es “embarazo adolescente”. Es violencia sexual infantil. Son niñas forzadas a ser madres, mientras los adultos a su alrededor -padres, escuelas, iglesias, gobiernos- callan o encubren.
Y sin embargo, entre todo esto, me topo con una convocatoria que me desconcierta. Un punto fijo de recolección de firmas para exigir que México rompa relaciones diplomáticas con Israel.
Repito: no estoy en contra de la causa. La situación palestina merece atención, análisis y condena. Pero ¿en serio esa es la urgencia en Aguascalientes? ¿Ese es el frente prioritario para un grupo de jóvenes activistas, en un estado donde las niñas paren a los trece, donde los feminicidios no se nombran como tales y el comerciante que no paga su cuota, muere?
Me niego a creer que esto es simple ignorancia. Es, más bien, la necesidad de importar causas con narrativa heroica. Es el fetiche del internacionalismo sin contexto. Como si doliera más lo que ocurre en Gaza que lo que pasa en el IV Centenario. Como si indignarse por lo lejano nos eximiera de actuar sobre lo inmediato.
Seguro algún letrado fue el que nos dijo que la indiferencia es una forma del conformismo. Pero habría que añadir que la indignación mal dirigida también puede serlo.
Hay una violencia selectiva que resulta más tolerable porque no la tuiteó Greta Thunberg. Nadie pinta murales por las niñas de 13 años que paren aquí. No hay proyecciones en edificios para las víctimas del narco en Michoacán o de los desaparecidos en Zacatecas. No hay performance en universidades por los cuerpos que se descomponen en el desierto de Sonora. Pero sí hay una mesa con plumas azules para romper relaciones con Israel desde Aguascalientes. Tan lejos de Palestina y tan cerca del absurdo.
¿Qué nos está pasando?
¿Será que hemos romantizado tanto la figura del “activista” que ya no importa la causa, sino el capital simbólico que produce? ¿Será que nos indigna más lo que nos permite mostrarnos indignados en redes? ¿Será que el dolor de los otros nos resulta más cómodo cuando no lo podemos o no lo queremos tocar?
Me hago estas preguntas no para denostar a nadie, sino para exigirnos más. Para que nuestra rabia no sea sólo performance. Para que el “¡ni una más!” se escuche también cuando tiene acento cantadito. Para que los muertos sin guerra también nos importen. Para que la próxima vez que firmemos algo, sepamos lo que estamos dejando sin firmar aquí.
Hay causas que arden. Pero hay otras que sangran. Y mientras no atendamos esas heridas cercanas, todo lo demás -por más noble que parezca- no dejará de ser un grito hacia ninguna parte.