Como cada año la procesión del Corpus por las calles de la ciudad se convierte más que en una tradición en una manifestación pública de nuestra fe. En la procesión el sacerdote porta la custodia, levantándola con devoción para la adoración de quienes acompañan la procesión.
Me gusta pensar que Jesús al pasar contempla la realidad de nuestras ciudades, la realidad de cada uno de nosotros, que por más que la ocultemos frente a su presencia todo lo oculto queda al descubierto, pues sólo Jesús es la verdad auténtica y únicamente en Él podemos encontrar el sentido auténtico de nuestra existencia.
El Dios en el que los cristianos creemos es el Dios que se hace frágil para que nosotros podamos acercarnos a Él sin temor alguno. El Dios poderoso y omnipotente que en Jesucristo se ha hecho cercano, verdadero Dios y hombre, tal y como lo afirmamos en el Credo.
La actual situación mundial por causa de los distintos conflictos bélicos preocupa al mundo entero, pues cada vez se hace más latente el hablar lamentablemente de un conflicto no sólo de unos países sino de un conflicto mundial. En el que tristemente los más afectados siempre serán los pobres.
En medio de la crisis mundial la pregunta sobre Dios y su actuar siempre estará presente. El odio del hombre se traduce en daño al mismo ser humano. ¿En dónde está Dios en medio de todo esto que nos toca vivir? Él no se va, permanece quizá observando como el ser humano se encarga de autodestruirse.
Estoy seguro de que Dios no nos observa como un espectador a quien le agrada lo que visualiza en su televisor, sino que lo hace desde la conciencia de haber creado al ser humano libre. ¿Qué hemos hecho con nuestra libertad?, tal vez hemos pensado que la libertad es la oportunidad para hacer lo que se nos venga en gana, olvidándonos completamente del otro, creyendo que no tenemos ninguna responsabilidad acerca de las demás personas con las que nos desenvolvemos.
En medio de todo lo que vivimos el Señor siempre está. Que bueno sería que todos nosotros nos hiciéramos conscientes de esta realidad maravillosa y transformadora: Dios siempre está. Su sola presencia es capaz de transformar la vida de todo aquel que se dispone a encontrarse con Él. Frente al dolor y el sufrimiento Dios nunca se mostrará indiferente, es por eso que siempre será una buena opción el sabernos mirados por el Señor, pues como lo afirma santa Teresa de Jesús: “entre pucheros anda el Señor”.
