Arrancamos la segunda mitad del año y, con ella, el mes de julio: ese punto medio que divide el calendario en dos y nos invita a reflexionar sobre lo andado... y a especular sobre lo que viene. El 2025 ha entrado en una fase de efervescencia política innegable. Los partidos se mueven en sus entrañas: reacomodos, exámenes internos, filtraciones, destapes y—por supuesto—los inevitables tropiezos. El reloj electoral no perdona, y quien no se mueve, se queda atrás.
En Aguascalientes, el azul que alguna vez fue símbolo de orden comienza a desdibujarse en zonas clave. La figura dominante del panismo local—"la no. 1", como algunos la conocen en corto—parece estar enfrentando su primera tormenta seria. Sus operadores políticos partidistas, otrora todopoderosos y sabios, reprobaron el reciente examen del Consejo Nacional del PAN. Algo impensable para quienes, en tiempos de Marko Cortés, eran dueños del tablero. Hoy, apenas uno de ellos logró pasar la prueba. ¿Falta de capacidad o falta de respaldo del nuevo CEN? Las preguntas están sobre la mesa, y las respuestas incomodan.
Porque si el examen no cambió —como muchos aseguran—, ¿entonces qué cambió? Tal vez los vientos ya no soplan a favor de quien manda en el estado. Y es que en política, como en la física, no hay piedra que flote más de seis años. La gravedad del desgaste es ley natural. Negarlo es como pedirle al río que fluya hacia atrás.
Mientras unos caen, otros ascienden. El senador de la gente, como se le llama en pasillos y cafés, ha tenido una quincena productiva: su encuentro con el embajador de Panamá le permitió posicionarse en el ámbito empresarial regional, proyectando visión más allá de lo local. Y si eso no fuera suficiente, en la capital demostró músculo político ante la Comisión Permanente y el CEN de su partido, al oponerse con fuerza al grupo dominante del país. Su discurso resonó, sobre todo entre quienes ya ven a los “desalmados” —ese grupo político hoy sin alma ni santo— deambular con más pena que poder, aferrados a fotos con figuras azules como si eso pudiera maquillar el ocaso.
Azul es azul, y el tricolor sigue siendo el PRI. Como perros y gatos, la rivalidad es genética, no coyuntural. Pero esta vez no hay duda: el perro ladra poco y el gato ya no maúlla. Quieren coquetear con la casa azul, pero el techo se les viene abajo.
Y así, entre forcejeos por el poder, ayer alzaron la mano dos nuevos aspirantes: Alma Hilda, que busca abanderar la candidatura azul a la presidencia municipal; y el discreto —casi espectral— secretario de Gobierno, quien observa el tablero por si se da el tan esperado choque de trenes entre el comité nacional y la “legión extranjera” que, hasta ahora, controla el estado. Todo apunta a que entre “Bigotes” y “El Cachorro”, la moneda aún no cae.
En medio de esta pugna, sigue presente el gran censor del estado: una figura que aún controla con miedo, dinero o expedientes en el cajón. Pero el poder, como la rueda, gira. Y aunque algunos aún crean que el tiempo se detuvo, pronto vendrá el momento de levantar las varas, porque la cosecha se acerca y no todos sembraron con tino.
Así pues, queridos lectores, el segundo semestre promete: más grilla, más destapes y, con suerte, unos buenos rounds entre los actores principales. Que el futuro ya se asoma en el horizonte… y no parece tímido.
Hasta aquí subió la roca.