Lunes 18 de Agosto de 2025 | Aguascalientes.

De giras, fichas rojas y pasajes en clase premier

Sísifo | 17/06/2025 | 11:25

La reciente gira de Claudia Sheinbaum a Canadá, presidenta constitucional de México, nos dejó una estampa peculiar: cruzar medio continente en un vuelo comercial lleno de escalas para llegar a la cumbre del G7. Parecía más el itinerario de un estudiante de intercambio que el de una jefa de Estado. ¿Por qué tanto rodeo? ¿Por qué no un vuelo directo? ¿Por qué perder tantas horas entre conexiones, salas de espera y migración?
La única explicación posible —salvo que haya puntos de viajero de por medio— es simbólica: una declaración de principios. Tal vez la presidenta quiso mandar un mensaje —una suerte de bofetada con guante blanco— a todos esos funcionarios que viajan en jets privados o en primera clase con cargo al erario. Tal vez, al renunciar a los privilegios aéreos, quiso decir: “se puede gobernar sin despegarse del suelo”. Pero, más allá del gesto, el resultado práctico es cuestionable: ¿no habría sido más útil emplear esas horas en reuniones bilaterales, en foros, en aprovechar al máximo una cumbre donde se sientan los que verdaderamente toman decisiones globales?
Y mientras la Dra.Claudia hace maromas logísticas para volar sin lujos, los gobernadores de los estados siguen atrapados entre el discurso y la conveniencia. En los últimos años, más de uno ha preferido el disfraz de la modestia antes que la eficiencia. Se suben a vuelos comerciales y sonríen desde la fila 15B, pero rara vez rinden cuentas sobre el costo de sus giras. ¿Cuántos boletos se pagaron? ¿En qué clase? ¿Cuánto se gastó en viáticos? Las plataformas de transparencia responden con elocuente silencio.
Lo más irónico es que, tal vez, sí nos estamos ahorrando algo… pero no por virtud, sino por temor. Muchos gobernadores ya ni se atreven a salir del país. No vaya a ser que una ficha roja los intercepte a la mitad de la gira. La austeridad forzosa ha sustituido al glamour de los foros internacionales.
Y es que los tiempos han cambiado. Antes, todo gobernador que se respetara tenía que ir a Asia a promover el turismo, a Europa a vender tequila o a Estados Unidos a estrechar manos con empresarios. Hoy, basta con no ser mencionado en una investigación judicial. El nuevo objetivo es no llamar la atención... ni de Interpol ni de los periodistas.
Y, claro, hay mandatarios estatales que realmente intentan hacer las cosas bien: bajan costos, dan resultados, informan. Pero siguen siendo la excepción. La regla es la austeridad performática: se viaja en turista, pero con comitiva de 12 personas. Se presume sencillez, pero se oculta el gasto. Se evita la primera clase, pero no se evita el doble discurso.
Ojalá algún gobernador o gobernadora —por dignidad, por ejemplo, o por convicción democrática— se atreva a publicar, sin maquillaje, lo que su administración ha gastado en viáticos, viajes, hoteles, comidas y demás placeres burocráticos. No como obligación legal, sino como muestra de respeto al contribuyente. Porque, si de verdad no tienen nada que esconder, ¿por qué tanto secretismo?
La regla es el doble discurso: “austeridad para el pueblo, comodidad para el poder”. Una especie de teatro donde todos actúan ser más sencillos de lo que son, mientras el contribuyente paga la escenografía.
Si van a viajar, que lo hagan con claridad. Si van a representar al país, que lo hagan con eficiencia. Y si no quieren salir al extranjero, que no sea por miedo a ser detenidos con pasaporte diplomático en la mano y cuentas pendientes en la maleta.
Si un gobernador viaja con su propio dinero, en turista, sin comitiva y con resultados... probablemente ya lo bajaron del avión por sospechoso.
En resumen, si la presidenta quiso dejar claro que no hace falta un jet para ser legítima, el mensaje está dado. Pero convendría también que los gobernadores y funcionarios de todos los niveles aprendieran la lección completa: que los símbolos importan, pero la transparencia aún más. Y que, si de verdad hay voluntad de servir, se nota más en los resultados que en la fila del abordaje.
 
Hasta aquí subió la roca.