El Banco Mundial ajustó a la baja su pronóstico de crecimiento global y aplicó los mayores recortes a Irán; México, Sudáfrica y Estados Unidos.
En la actualización de su Panorama Económico Mundial anticipa un crecimiento de apenas 0.2% para el Producto Interno Bruto de México, una previsión que incorpora el ajuste de 1.3% sobre la expectativa de crecimiento que tenían en enero.
Crimen organizado frena el crecimiento económico en América Latina
El recorte para México también alcanzó hasta la proyección del PIB para el próximo año, pues ahora esperan un avance de 1.1% que es inferior en cinco décimas al estimado de enero, cuando esperaban 1.6% de crecimiento.
El recorte para México incorpora el impacto que tendrá un menor desempeño de su principal socio comercial, Estados Unidos, que esperan conseguirá un avance de 1.4% en el PIB de este año, una previsión que incorpora el recorte de 0.9% respecto del estimado de arranque de año, que estaba en 2.2 por ciento.
Cabe destacar que el recorte de expectativas para este año para México es del mismo tamaño que el aplicado por Banco Mundial para Sudáfrica, y ahora prevén que conseguirá un avance de 1.1 % en el PIB del 2025.
De acuerdo con el reporte, lanzado desde la sede del organismo en Washington, D.C, muestra que la economía a quien aplicaron el mayor recorte en su pronóstico es Irán, al bajarle 3.2% la expectativa para dejar su expectativa en una contracción de 0.5 por ciento.
México y el Caribe, los más vulnerables al proteccionismo de EU
La fuerte exposición de México a las cadenas de suministro de América del Norte convierte al país en el más vulnerable de la región.
El informe Perspectivas Económicas Mundiales del Banco Mundial, anticipa una reducción en el crecimiento mexicano hasta el 0,8 % en 2025 y apenas un 1 % en promedio en 2026-2027. Las exportaciones manufactureras se reducirán, y aunque las tasas de interés están descendiendo, se espera que permanezcan altas. Esta política monetaria, junto a un déficit fiscal decreciente, limitará la expansión de la demanda interna.
Centroamérica y el Caribe también están altamente expuestos. Se prevé que la economía centroamericana crezca un 3,3 % en 2025 y un 3,2 % promedio en 2026-2027, impulsada por servicios y consumo privado.
Costa Rica lidera con una previsión de crecimiento del 3,5 % en 2025 y 3,8 % en 2026-27, gracias al dinamismo del consumo doméstico. Panamá, por su parte, alcanzaría un 3,5 % en 2025 y un promedio del 4,1 % en los dos años siguientes, gracias al repunte del comercio de servicios vinculados al Canal.
En el Caribe, el caso más destacado es el de Guyana, cuyo PIB se expandirá un 3,9 % en 2025 y un promedio de 6,2 % en 2026-27, impulsado por la inversión en petróleo. República Dominicana también muestra solidez, con un 6 % en 2025 y 4,3 % en el bienio posterior, mientras que Jamaica tendría un crecimiento moderado, de 3,2 % en 2025 y 3 % en promedio posteriormente. En contraste, Haití continúa atrapado en una crisis estructural, sin perspectivas económicas claras.
Argentina, Colombia y Perú: dinámicas dispares
El BM proyecta que Argentina retome el crecimiento este año con una tasa del 5,5 %, tras dos años de recesión. La recuperación se apoyará en la agricultura, la energía y la minería, y estará acompañada por políticas de estabilización macroeconómica, eliminación de controles cambiarios y reformas promercado. Para 2026-2027, se espera un crecimiento promedio de 4,3 %. El Gobierno argentino planea mantener superávits fiscales sostenidos en línea con su programa con el FMI.
Colombia también se encamina a una recuperación moderada, con un crecimiento del 2,5 % en 2025 y un promedio de 2,8 % en 2026-27. Esta mejora se basa en un repunte del consumo privado y una leve recuperación de la inversión, favorecida por condiciones monetarias más relajadas y una inflación que sigue en descenso. Aun así, la incertidumbre política y económica podría obstaculizar una recuperación más robusta.
En Perú, se anticipa una expansión del 2,9 % en 2025 y un promedio de 2,5 % en los años siguientes. La debilidad de la demanda interna, la incertidumbre sobre políticas nacionales y la consolidación fiscal explican esta moderación. No obstante, las inversiones mineras —especialmente en cobre— y los proyectos de infraestructura proporcionarán un anclaje para el crecimiento.
Brasil y Chile ante desafíos internos y externos
Brasil, la mayor economía latinoamericana, enfrentará una desaceleración importante: del 3,4 % en 2024 al 2,4 % en 2025, y un promedio de 2,2 % en 2026-27. La menor inversión y un consumo más débil lastran el crecimiento, aunque la reducción de tasas de interés (del 13,75 % al 10,5 %) debería aliviar parte de las presiones inflacionarias. La sostenibilidad fiscal será clave para estabilizar la economía brasileña, que todavía enfrenta dudas del mercado.
En Chile, se prevé un crecimiento del 2,1 % en 2025 y un promedio de 2,2 % en 2026-2027. El informe destaca una esperada recuperación de la demanda interna y de las inversiones mineras, especialmente por el cobre y el aluminio. Sin embargo, persiste la incertidumbre institucional, lo que podría obstaculizar la inversión, particularmente en minería y tecnología.
Factores estructurales frenan el crecimiento regional
El informe del Banco Mundial advierte de que, pese a una recuperación incipiente, América Latina y el Caribe seguirán siendo la región de menor crecimiento entre los mercados emergentes y economías en desarrollo (EMDE). Factores como la baja productividad, una fuerza laboral menos educada y el envejecimiento poblacional pesan sobre las perspectivas a largo plazo.
La región también enfrenta riesgos macroeconómicos. Más de la mitad de las economías de ALC han visto rebajas en sus proyecciones de crecimiento. La inflación, aunque en descenso, continúa por encima de las metas de los bancos centrales, y las tasas de interés se mantendrán altas para consolidar la estabilidad fiscal. Este entorno limitará el espacio para políticas expansivas en el corto plazo.
Además, el deterioro de las cuentas fiscales tras la pandemia y los mayores costos de endeudamiento podrían forzar ajustes más severos de lo previsto. El informe alerta de que estos recortes podrían tener efectos contractivos en el crecimiento regional.
Dependencia de China y EE.UU., clave para el futuro económico
Las relaciones económicas con China también influyen fuertemente en las proyecciones. Una desaceleración de la demanda china —especialmente de metales— afectaría los precios de materias primas como el cobre, con impactos directos en Chile y Perú. Por su parte, cualquier contracción en el crecimiento de EE.UU. tendría efectos multiplicadores negativos en México, Centroamérica y el Caribe, particularmente por la caída de remesas, turismo y exportaciones.
América Latina y el Caribe siguen siendo muy vulnerables a los vaivenes globales. A pesar de algunos signos positivos, como la recuperación argentina o la resiliencia en Guyana y República Dominicana, el informe concluye que los desafíos estructurales internos, sumados a las tensiones comerciales externas, seguirán marcando el paso de una recuperación todavía incierta.