Lunes 18 de Agosto de 2025 | Aguascalientes.

Cuerpos en tránsito: Cuando las fronteras se escriben sobre los cuerpos de las mujeres

Gwendolyne Negrete Sánchez | 02/06/2025 | 11:28

Las fronteras no son líneas neutrales trazadas en mapas. Son construcciones políticas que se materializan de manera diferenciada sobre los cuerpos, y en este momento histórico, presenciamos cómo las nuevas políticas migratorias estadounidenses revelan con crudeza las intersecciones entre género, raza, clase y nacionalidad.

La reciente transformación en las políticas de visas no puede analizarse como un fenómeno aislado de las dinámicas de género. Mientras los debates públicos se centran en números y estadísticas generales, una realidad paralela se despliega: la migración tiene rostro de mujer, y ese rostro está siendo reconfigurado por decisiones que van mucho más allá de lo administrativo.

 La feminización invisible del desplazamiento

Hablamos de migración y visualizamos, casi automáticamente, la figura masculina del trabajador que cruza fronteras en busca de oportunidades laborales. Esta representación, profundamente arraigada en nuestro imaginario colectivo, invisibiliza una realidad estadística contundente: las mujeres constituyen casi la mitad de los flujos migratorios globales, pero sus experiencias específicas raramente ocupan el centro del análisis político.

Las mujeres no migran solo como acompañantes. Migran como jefas de hogar, como profesionistas, como madres solteras, como sobrevivientes de violencia, como cuidadoras que sostienen cadenas globales de cuidado. Sus motivaciones, rutas y obstáculos difieren sustancialmente de los patrones masculinos, pero las políticas migratorias siguen diseñándose desde una perspectiva que asume la neutralidad de género.

Cuerpos que (no) caben en las categorías

Las recientes modificaciones en el reconocimiento de identidades de género en los procesos migratorios estadounidenses ilustran cómo las fronteras funcionan también como dispositivos de normalización corporal. Cuando un Estado decide reconocer únicamente dos categorías sexuales, no solo está tomando una decisión administrativa: está estableciendo qué cuerpos son legibles, cuáles merecen protección y cuáles quedan en los márgenes de la ciudadanía.

Para las personas trans y no binarias, estas decisiones no representan un mero trámite burocrático. Significan la diferencia entre existir legalmente o quedar suspendidas en un limbo administrativo que las expone a violencias específicas. Las mujeres trans, particularmente aquellas racializadas y de sectores populares, enfrentan intersecciones de discriminación que las políticas migratorias restrictivas agudizan exponencialmente.

 Las violencias del camino

El tránsito migratorio está atravesado por violencias de género que adquieren características específicas. Las mujeres migrantes enfrentan riesgos diferenciados: violencia sexual, trata, explotación laboral en sectores feminizados, separación forzada de sus hijos e hijas. Estas violencias no son efectos colaterales de las políticas restrictivas; son parte constitutiva de un sistema que utiliza la vulnerabilidad de género como mecanismo de control.

La “píldora del día después” que muchas mujeres toman antes de emprender rutas migratorias peligrosas no es solo una medida preventiva individual. Es el símbolo de cómo los cuerpos femeninos se preparan para absorber las violencias que el sistema migratorio normaliza y perpetúa.

Economías de cuidado transfronterizas

Detrás de cada política migratoria restrictiva hay una economía política del cuidado que funciona a escala global. Las mujeres migrantes no solo buscan oportunidades laborales; muchas veces sostienen cadenas de cuidado que conectan países del Sur con países del Norte, cuidando a las familias de las clases medias y altas mientras dejan a sus propios hijos e hijas al cuidado de otras mujeres.

Esta división internacional del trabajo reproductivo revela cómo el género opera como organizador fundamental de los flujos migratorios. Las políticas que restringen el acceso a visas no solo afectan proyectos individuales; fragmentan redes de cuidado que sostienen tanto a las familias de origen como a las de destino.

 Resistencias y agencias

Sin embargo, reducir a las mujeres migrantes a víctimas pasivas sería reproducir estereotipos que las propias mujeres cuestionan constantemente. Las redes de apoyo, las organizaciones de mujeres migrantes, las estrategias de resistencia cotidiana, las formas de organización comunitaria muestran que, incluso en contextos de extrema vulnerabilidad, las mujeres despliegan agencias políticas que transforman tanto las comunidades de origen como las de destino.

 El desafío interseccional

Pensar las políticas migratorias desde una perspectiva interseccional implica reconocer que no existe “la migrante” como categoría homogénea. Una mujer indígena guatemalteca, una profesionista mexicana, una refugiada centroamericana, una trabajadora doméstica filipina experimentan la migración de maneras radicalmente diferentes, atravesadas por sus posiciones específicas en matrices de poder que combinan género, raza, clase, edad, nacionalidad, estatus migratorio.

Las políticas que ignoran estas diferencias no solo son ineficaces; reproducen y amplían las desigualdades existentes. La justicia migratoria requiere marcos analíticos y propuestas políticas que reconozcan la complejidad de las experiencias migratorias feminizadas.

 Hacia horizontes posibles

Repensar las políticas migratorias desde una perspectiva de género no es solo un ejercicio académico. Es una urgencia política que requiere transformar tanto los marcos conceptuales como las prácticas institucionales. Significa diseñar políticas que reconozcan las especificidades de las experiencias femeninas, que protejan a las personas trans y no binarias, que consideren las violencias interseccionales, que valoren el trabajo de cuidado.

Significa, también, cuestionar las fronteras mismas como dispositivos de control que operan de manera diferenciada sobre los cuerpos. Porque mientras sigamos pensando la migración como un fenómeno neutro al género, seguiremos reproduciendo políticas que castigan principalmente a quienes ya cargan con las violencias interseccionales del sistema.

Las fronteras se escriben sobre los cuerpos, pero son también los cuerpos los que pueden reescribir las fronteras. En esa tensión se juega una parte fundamental de la justicia de nuestro tiempo.

Gwendolyne Negrete es presidenta fundadora de MUJERES JEFAS DE FAMILIA A.C. y participa en acciones para proteger los derechos de las mujeres.