Jueves 8 de Mayo de 2025 | Aguascalientes.

La sociedad del miedo: cuando la emoción se convierte en herramienta de poder

Dr. Mauricio López | 15/04/2025 | 12:21

Puedes percibir ese murmullo que no cesa en los cafés, en las esquinas, en las sobremesas familiares, en las aulas y en las redes sociales. Es un murmullo que no grita, pero cala: algo malo puede pasar. No sabemos qué ni cuándo, pero el cuerpo lo presiente. Es una niebla espesa que se cuela en el ánimo colectivo. A eso, el sociólogo alemán Heinz Bude lo llama la sociedad del miedo: un tiempo donde la emoción dominante ya no es la esperanza ni el deseo de futuro, sino la angustia ante lo incierto.
 
Como fenómeno mundial, México no es la excepción. Vivimos en un país donde el miedo ha dejado de ser una reacción ante una amenaza concreta, para convertirse en un estado permanente. Miedo a perder el empleo, a salir de noche, a confiar en las instituciones, a envejecer sin seguridad social, a expresar una opinión contraria, a enfermar sin recursos, a que nuestros hijos no tengan futuro. Miedo al otro, miedo a uno mismo, miedo al mañana.
 
Ese miedo difuso, latente, cotidiano no sólo paraliza. También se convierte en capital político. Los populismos lo saben y lo aprovechan con precisión quirúrgica. Identifican un “enemigo”, lo señalan, lo simplifican, y lo ofrecen como el responsable de todos los males: el migrante, el feminismo, las élites, los medios críticos, el conocimiento especializado. Prometen protegernos de ese otro que supuestamente amenaza nuestra estabilidad, y a cambio nos piden una lealtad ciega. Así, el miedo se convierte en obediencia, y la emoción más básica del ser humano se transforma en una sofisticada herramienta de poder.
 
El populismo no construye ciudadanía, construye audiencias temerosas. No invita a pensar, sino a reaccionar. No abre el diálogo, lo clausura con slogans y polarización. Y en ese juego, nuestra democracia se debilita, y la desconfianza se vuelve la norma.
 
Pero no todo está perdido. En nuestro país también hay redes de resistencia silenciosa: maestras que educan con libertad, comunidades que se organizan, periodistas que no callan, terapeutas que acompañan el dolor, jóvenes que levantan la voz. Frente al miedo inducido, la respuesta está en el pensamiento crítico, la empatía y la reconstrucción del lazo social. En saber que no estamos solos.
 
Spinoza decía que “la esperanza es más fuerte que el temor cuando nace del entendimiento”. Quizá ha llegado la hora de recuperar esa esperanza lúcida, que no niega la realidad, pero tampoco se entrega a ella. Porque el miedo, si no lo enfrentamos juntos, termina por definir quiénes somos. Y México merece algo más que resignación.