Es en el marco de la semana que incluye al reciente día “8M”, conmemorando la valía y aportación de la mujer en la sociedad, que el evento nos demanda varias reflexiones: ¿Por qué a estas fechas, en este siglo y año, después de tanto tiempo de evolución humana, aún no se concreta del todo el aprovechamiento de la potencial colaboración entre hombres y mujeres en todos los ámbitos?, ¿Por qué persiste una cierta desconsideración al impacto positivo generado en el involucramiento de las mujeres en proyectos de diversa índole?, ¿Realmente estamos caminando con firmeza a aceptar en la sociedad mundial de forma equitativa la aportación y reconocimientos conjuntos de hombres y mujeres?. Mis siguientes reflexiones las enfoco por lo pronto al área de la ciencia y la tecnología.
Justicia en el reconocimiento de la contribución social
La realidad, al menos como un servidor la concibe, es que si bien hombres y mujeres no somos fisiológicamente idénticos o iguales, si somos equivalentes y sobretodo quiero pensar que complementarios.
Creo que para optimizar el impacto positivo del resultado de la colaboración conjunta, es importante respetar la equidad en lo posible, tanto en las obligaciones como en los beneficios, tanto en las responsabilidades como en los reconocimientos, y me parece que uno de los campos particularmente aprovechables en este sentido es el terreno de la ciencia y la tecnología y explico por qué: bueno, porque simple y sencillamente estamos tratando el área del quehacer humano que no acepta apreciaciones, estados de ánimo o los “creo que”; la ciencia aborda investigación y desarrollo en pro de saber y entender la verdad, nada menos que eso, “las cosas como son”, la realidad del universo; así como la tecnología opera con los elementos naturales y artificiales integrados en tesis y elementos físicos conformados para operar (o no) en beneficio de la calidad de vida del ser humano, al menos de origen esa es la intención; así que algo conformado como desarrollo tecnológico funciona o no funciona, no hay apreciaciones, ni resultados en base a estados de ánimo, ni a criterios divergentes humanos, sociales, culturales, religiosos, etc., el “dispositivo tecnológico” funciona o no funciona para el propósito para el cual fue concebido o descubierto; así que al dejar de lado titubeos, incertidumbres o emociones humanas, la ciencia y la tecnología se fortalecen de una totalmente objetiva colaboración de intereses, capacidades, habilidades, conocimientos y decisiones de trabajo humano; sin importar el sexo o las preferencias sexuales del ser humano involucrado. O sea, más nos vale dejar de lado los prejuicios o costumbres ancestrales o ideológicas machistas o feministas y colaborar como equipo con esos convenientes atributos lógicos y de raciocinio que Dios nos ha otorgado como seres humanos a ambos entes genéticos.
La historia nos muestra su valía
La participación de la mujer en la ciencia y la tecnología ha sido históricamente limitada debido a barreras sociales, culturales y educativas. Sin embargo, en las últimas décadas, se han logrado avances significativos, aunque aún persisten desafíos. A pesar de las dificultades, varias mujeres en la historia han dejado un legado invaluable. Durante siglos, las mujeres fueron excluidas de la educación superior y de los espacios académicos; en muchos casos, sus contribuciones fueron ignoradas o atribuidas a hombres, sin embargo, en las últimas décadas, cada vez más mujeres han logrado destacar en áreas como la física, la biología, la ingeniería, la computación y la exploración espacial.
Hoy, más mujeres estudian y trabajan en campos STEAM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Artes y Matemáticas). Según la UNESCO, alrededor del 35% de los estudiantes matriculados en carreras STEAM son mujeres, aunque esta cifra varía según la región y la disciplina. No obstante lo anterior, en áreas como ingeniería y tecnología, la representación femenina sigue siendo baja; las mujeres enfrentan dificultades para alcanzar posiciones de liderazgo en el ámbito científico y tecnológico, aunque puedo ver que eventualmente están resolviendo esto y al parecer aún los prejuicios de género siguen influyendo en la percepción de las capacidades de las mujeres en estos campos.
Algunos ejemplos inspiradores son:
Katherine Johnson: Matemática afroamericana clave en los cálculos de la NASA para las misiones espaciales.
Tu Youyou: Científica china ganadora del Premio Nobel de Medicina en 2015 por su trabajo en la lucha contra la malaria.
Fei-Fei Li: Investigadora en inteligencia artificial y defensora de la diversidad en la tecnología.
Otros casos destacados:
Mujeres Pioneras en la Ciencia
Marie Curie (1867-1934): Primera persona en recibir dos Premios Nobel en distintas disciplinas (Física y Química). Su trabajo en la radiactividad revolucionó la medicina y la física.
Rosalind Franklin (1920-1958): Su trabajo con la difracción de rayos X fue clave para el descubrimiento de la estructura del ADN.
Ada Lovelace (1815-1852): Considerada la primera programadora de la historia, pues diseñó un algoritmo para la Máquina Analítica de Charles Babbage.
Mujeres en Tecnología y Computación
Grace Hopper (1906-1992): Desarrolló el primer compilador para un lenguaje de programación y sentó las bases del lenguaje COBOL.
Hedy Lamarr (1914-2000): Actriz e inventora que contribuyó al desarrollo de la tecnología de espectro ensanchado, base del Wi-Fi y Bluetooth.
Mujeres en el Espacio
Valentina Tereshkova (1963): Primera mujer en viajar al espacio.
Sally Ride (1983): Primera mujer estadounidense en el espacio.
Katya Echazarreta (2022): Primera mujer mexicana en viajar al espacio en una misión de Blue Origin.
La experiencia personal
Personalmente puedo dar testimonio de tener amigas, conocidas, compañeras de trabajo, familiares femeninas y una esposa que demuestran cotidianamente que su aportación a la ciencia y tecnología de nuestra región geográfica y muchas veces del país o más allá, son una realidad y que sin duda sin su aportación, nuestra sociedad carecería de diversos beneficios y estaríamos sujetos a ciertas líneas de trabajo que nos tendrían como “dando vueltas” en ideas que retrasarían el desarrollo económico y técnico social. La intervención de la capacidad de la mujer enriquece el ambiente de trabajo para potenciar los resultados.
Mi personal trabajo profesional, de empresa, de negocios y de apoyo a las asociaciones civiles en las que estoy involucrado, se ha reforzado, mejorado, facilitado y como lo dije antes, enriquecido gracias a mi esposa, de quien declaro como invaluable su respaldo, apoyo y colaboración; y espero al menos en la misma forma, que ella sienta que yo enriquezco, refuerzo y apoyo efectivamente en las tareas ingenieriles que ella aplica en nuestros trabajos en colaboración.
En el mismo sentido, todas aquellas féminas que mencioné, han mostrado más que capacidad para dirigir, liderear y desarrollar proyectos de ciencia y tecnología, donde me consta que sus frutos son positivos y de impacto significativo para la sociedad. Ahora mismo existen mujeres que conozco de cerca en posiciones de rectorías para instituciones de educación superior, directoras en empresas privadas y centros de investigación, líderes y presidentas en asociaciones civiles y jefas en diversas posiciones en todos los órdenes y niveles de gobierno. Cabe señalar que de hecho mi esposa es gerente en una empresa, representante de un Consorcio empresarial nacional, Vicepresidente en dos asociaciones civiles y participa activamente en otras tantas organizaciones de ciencia y tecnología.
Pensando en el futuro
Creo que aspectos como la conformación de más programas que fomenten el interés de las niñas en esquemas STEAM, iniciativas para reducir la brecha de género a través de becas, mentorías y cuotas de género así como destacar trabajo de científicas y tecnólogas contemporáneas para inspirar a las nuevas generaciones podrías efectivamente generar números más equilibrados en las estadísticas de participación de hombres y mujeres en la ciencia y la tecnología, aunque personalmente creo notar que esto ya se está presentando.
Aunque se han logrado avances, es crucial continuar trabajando para eliminar las barreras que limitan la participación plena de las mujeres en la ciencia y la tecnología. La diversidad de género no solo es una cuestión de justicia, sino que también enriquece la innovación y el progreso científico. A medida que más mujeres ingresan a estas áreas, la diversidad de ideas y perspectivas impulsa la innovación y el desarrollo tecnológico en el mundo.