Miércoles 5 de Febrero de 2025 | Aguascalientes.

El masculino y el femenino…Paradojas

Ricardo Heredia Duarte | 21/01/2025 | 11:49

No hay fecha que no se cumpla, plazo que no se venza ni deuda que no se pague. Donald Trump, al asumir nuevamente la presidencia de los Estados Unidos, proclamó en su discurso inaugural: “A partir de hoy, la política oficial del gobierno de Estados Unidos será que solo haya dos géneros, el masculino y el femenino”. Aunque la atención mediática estuvo centrada en sus propuestas económicas y en las sanciones arancelarias que prometió durante su campaña, esta declaración podría tener repercusiones profundas en la sociedad estadounidense y, por extensión, en el hemisferio occidental.
 
En los últimos años, la Agenda 2030, firmada por 193 países miembros de la ONU, ha promovido objetivos como la erradicación de la pobreza, la reducción de las desigualdades y la lucha contra el cambio climático. Estos objetivos, aunque loables, también implican una serie de compromisos que algunos consideran imposiciones ideológicas. La implementación de esta agenda ha generado debates sobre la pérdida de soberanía nacional y el impacto en tradiciones culturales y sociales.
 
En este contexto, la postura de Trump representa una renovación de la llamada “guerra cultural”. Este outsider de cabello color zanahoria podría, paradójicamente, impulsar un retorno a valores tradicionales que fueron fundamentales para el progreso y la cohesión social de Occidente. Antes de la fragmentación social promovida por la ideología de género “woke”, que en Estados Unidos ha desafiado instituciones como la religión, la familia tradicional y al librepensamiento, estructuras que habían sido pilares de estabilidad social por largo tiempo.
 
Un ejemplo de este cambio radical es el creciente cuestionamiento de modelos sociales que hasta hace poco eran considerados normales. Bajo el paraguas de una supuesta inclusión, leyes cargadas de “perspectivas de género” se han convertido en herramientas para censurar y penalizar a quienes discrepan. Durante la pandemia, estas tensiones se acentuaron, y lo que antes era considerado disenso ahora se percibe como intolerancia.
 
Según datos de una encuesta del Pew Research Center de 2023, el 62% de los estadounidenses considera que la corrección política ha sobrepasado los límites, sofocando la libertad de expresión. Este sentimiento ha alimentado movimientos contrarios a la agenda progresista, que buscan recuperar espacios de libertad académica y pensamiento crítico, especialmente en universidades. Estas instituciones, otrora bastiones del libre pensamiento, se enfrentan ahora a acusaciones de dogmatismo ideológico.
 
Trump ha anunciado que su administración revisará subvenciones y contratos federales para garantizar que no promuevan la ideología de género. Este enfoque, aunque controvertido, apunta a un retroceso en las políticas de diversidad que se implementaron durante las últimas dos décadas. Su impacto aún está por verse, pero no cabe duda de que marcará un cambio de rumbo.
 
Si bien no debemos ignorar los excesos y abusos del pasado. Políticas como la “teoría crítica de la raza” o la ideología de género han generado divisiones profundas en la sociedad estadounidense y en algunos países de América Latina. La idea de imponer culpas históricas a hombres blancos heterosexuales, como si fueran responsables de injusticias de hace siglos, ha alimentado un clima de polarización que amenaza con socavar los principios de igualdad y justicia.
 
En conclusión, el regreso de Trump al poder podría simbolizar un giro hacia modelos más tradicionales y menos polarizantes. La clave estará en observar cómo reaccionan los diversos actores sociales, desde los movimientos progresistas hasta las corporaciones que financian estas agendas. Quizá estemos ante el inicio de un debate necesario para definir qué valores prevalecerán en las próximas décadas. ¿Se acabó el género; bienvenido nuevamente el sexo?
 
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