Dr. Mauricio López | 18/01/2025 | 19:41
Un día en el aula: cómo manejar a un niño con dificultades de atención
Imagínate un aula de segundo grado. La maestra Lupita está explicando una actividad grupal sobre animales. Todos los niños parecen estar atentos, excepto Emilio, un niño de 7 años, que está golpeando rítmicamente su lápiz contra el pupitre mientras mira por la ventana. La maestra se detiene por un momento, molesta por el ruido, y le pide que deje de distraerse. Emilio suspira y trata de volver al trabajo, pero rápidamente comienza a hablar con su compañero.
Este tipo de situaciones ocurre con frecuencia en muchas aulas, y lejos de ser un caso aislado, refleja los retos que enfrentan los docentes con estudiantes que presentan dificultades de atención o impulsividad. Sin embargo, con estrategias prácticas y un enfoque empático, es posible crear un ambiente inclusivo donde todos los niños puedan aprender.
En este artículo, exploraremos algunas recomendaciones sencillas pero efectivas para manejar este tipo de casos. También presentaremos ejemplos prácticos, como el de Emilio, para ilustrar cómo los docentes pueden aplicar estas estrategias en el aula.
La educación básica representa una etapa crucial en el desarrollo académico y emocional de los estudiantes. En este nivel, los docentes enfrentan el desafío de atender aulas diversas, donde convergen diferentes estilos de aprendizaje, personalidades y necesidades. A continuación, compartimos estrategias prácticas a manera de sugerencia, ya que ustedes las y los docentes, tiene la última palabra, con base a su experiencia y el estar al frente del aula, el propósito es apoyar a los docentes en la creación de un ambiente de aprendizaje más adaptativo.
1. Crear un ambiente estructurado y predecible
Los niños en educación básica se benefician de una rutina clara y consistente. La estructura no solo les brinda seguridad, sino que también establece expectativas claras. Algunas estrategias para lograrlo son:
Horarios visuales: Diseñar un horario con pictogramas o imágenes que muestren las actividades del día. Esto es especialmente útil para estudiantes visuales o con dificultades para anticipar lo que viene.
Establecimiento de reglas: Involucrar a los estudiantes en la creación de reglas del aula. Cuando participan en este proceso, tienden a sentirse más responsables y comprometidos.
Transiciones claras: Usar señales visuales, auditivas o kinestésicas (como música o gestos) para indicar cambios entre actividades.
2. Adaptar la enseñanza a diferentes estilos de aprendizaje
Cada estudiante aprende de manera distinta. Algunos son visuales, otros auditivos o kinestésicos. Para atender esta diversidad, se pueden implementar las siguientes prácticas:
Uso de recursos variados: Incorporar gráficos, mapas conceptuales, videos, actividades prácticas y juegos interactivos.
Diferenciación en tareas: Diseñar actividades con diferentes niveles de dificultad, permitiendo que cada estudiante avance a su propio ritmo.
Trabajo colaborativo: Fomentar actividades en equipo, donde los estudiantes puedan aprender unos de otros.
3. Fomentar la autorregulación emocional
La gestión emocional es una habilidad clave para el aprendizaje. Ayudar a los niños a manejar sus emociones en el aula contribuye a un mejor ambiente. Algunas estrategias incluyen:
Rincones de calma: Habilitar un espacio dentro del aula donde los estudiantes puedan ir cuando necesiten regular sus emociones.
Estrategias de respiración: Enseñar ejercicios simples de respiración o técnicas de mindfulness para momentos de estrés.
Validación emocional: Escuchar activamente a los estudiantes y validar sus emociones, en lugar de minimizarlas o ignorarlas.
4. Promover la motivación y el reconocimiento
El reconocimiento positivo fortalece la autoestima de los estudiantes y fomenta conductas deseadas. Algunas ideas son:
Sistemas de recompensas: Implementar un sistema basado en puntos, estrellas o tarjetas, donde los niños acumulen recompensas por esfuerzos y logros. Feedback inmediato: Brindar retroalimentación específica y positiva. Por ejemplo: “Me gusta cómo organizaste tus ideas en esta tarea”.
Celebración de logros: Destacar los avances individuales y grupales, no solo los resultados académicos, sino también los comportamientos positivos.
5. Manejar el comportamiento con empatía
Cuando surgen conflictos o conductas disruptivas, es importante abordarlos desde una perspectiva empática:
Evitar etiquetas: Hablar sobre la conducta, no sobre el niño. En lugar de decir “eres desobediente”, opta por “necesitamos trabajar en escuchar mejor las instrucciones”.
Resolver problemas juntos: Involucrar al estudiante en la búsqueda de soluciones. Preguntar: “¿Cómo crees que podemos mejorar esta situación?”.
Conocer a los estudiantes: Entender el contexto familiar, social y emocional del niño puede ofrecer pistas para manejar ciertas conductas.
6. Trabajar en equipo con las familias
El apoyo familiar es clave para el éxito académico. Establecer una relación colaborativa con los padres fomenta la continuidad de las estrategias en casa. Algunas formas de lograrlo son:
Reuniones periódicas: Informar a las familias sobre el progreso de los niños y discutir estrategias conjuntas.
Comunicación clara: Utilizar herramientas como agendas, plataformas digitales o notas para mantener una comunicación abierta y constante.
Capacitaciones para padres: Organizar talleres sobre cómo apoyar el aprendizaje y el manejo de conductas desde el hogar.
7. Incluir actividades que promuevan la inclusión y la equidad
Finalmente, es fundamental crear un ambiente inclusivo donde cada estudiante se sienta valorado:
Celebrar la diversidad: Incorporar temas culturales y sociales en las actividades del aula.
Atención a las necesidades especiales: Colaborar con especialistas para adaptar materiales o estrategias para estudiantes con necesidades educativas específicas.
Fomentar el respeto: Diseñar actividades que promuevan la empatía, como dinámicas de roles o debates sobre la importancia del respeto y la colaboración.
Conclusión
El rol del docente en la educación básica va más allá de la enseñanza de contenidos académicos; también implica ser un guía, un modelo y un apoyo para los estudiantes en su desarrollo integral. Con estas sugerencias respetuosas de mí parte, las y los docentes pueden construir un entorno donde cada niño tenga la oportunidad de aprender, crecer y sentirse valorado.