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¿Es supergripa o la influenza de siempre?

No se trata de un virus nuevo ni desconocido, sino de una variante que es parte de los patrones habituales de la influenza estacional

Un aumento en el número de casos de influenza en Europa ha generado alarma en la población y ha surgido el término de supergripa para referirse al incremento de infecciones por influenza AH3N2.    ¿Estamos frente a un escenario distinto o más peligroso al que ya conocemos? Al igual que ocurrió con la pandemia de Covid-19, existen países que, por ubicación geográfica y por cómo se inician los contagios, experimentan los brotes de infecciones respiratorias antes que otros.    Esta semana, Reino Unido publicó su reporte epidemiológico sobre la temporada de influenza que enfrenta. El dato central es que cerca del 80 por ciento de los casos reportados corresponde a la variante H3N2.    No se trata de un virus nuevo ni desconocido, sino de una variante que es parte de los patrones habituales de la influenza estacional.    Hay tres elementos fundamentales:    1. La vacuna contra la influenza que se aplica de manera rutinaria ofrece protección frente a esta variante.    2. Los medicamentos antivirales que se utilizan para el tratamiento de la influenza continúan siendo eficaces.    3. No existe evidencia de que H3N2 sea más letal que otras variantes previamente conocidas.    Entonces, ¿por qué se percibe tanto miedo? Una de las explicaciones más probables es el fenómeno conocido como escape inmunológico: aunque una persona esté vacunada o haya padecido influenza antes, el virus puede infectarla de nuevo y permitir la transmisión durante algunos días.    Pero la función principal de la vacuna no es impedir por completo la infección, sino reducir significativamente el riesgo de enfermedad grave, hospitalización y muerte.    La vacuna permite que el sistema inmunológico reconozca al virus más rápido y responda de forma más eficiente.    Puede haber infección, pero el desenlace suele ser mucho menos grave.    Han ocurrido cuatro pandemias por influenza de las que se tienen registro. La primera en 1918, la llamada gripa española causada por influenza A H1N1, y que ha sido la que mayor mortalidad ha tenido, entre 50 y 100 millones de fallecidos.    La segunda en 1957 conocida como gripe asiática y provocada por influenza A H2N2.    La tercera, la gripe de Hong- Kong fue provocada por la variante H3N2, la forma ancestral de la que circula en estos días.    La última que se tiene registro es la del 2009, que tuvo su epicentro en México y fue H1N1. Gracias a las medidas estrictas que se tomaron en su momento, la mortalidad en esta pandemia se estima que fue en el rango de 105 mil a 390 mil. La menor de las cuatro.  Hay que recordar que la influenza no es una enfermedad trivial. Una de cada mil personas infectadas puede fallecer.    ¿Qué podemos hacer para protegernos? Evitar el pánico. No estamos ante una variante más letal.    Vacunarnos cada invierno, especialmente si pertenecemos a un grupo vulnerable (personas mayores, con enfermedades crónicas y/o con sistemas inmunológicos debilitados).    Retomar las medidas básicas de prevención: ventilar espacios cerrados, lavarse las manos con frecuencia, usar cubrebocas cuando se presentan síntomas respiratorios y, si estás enfermo, evitar acudir a sitios concurridos.    No estamos frente a una supergripa, sino ante un virus conocido que se controla mejor con ciencia que con pánico.
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