Durante años, se ha debatido si tener hijos acelera el envejecimiento. Nuevas investigaciones sugieren que la respuesta no es tan simple.
Pero cuando los recursos son abundantes -tal y como sucede en muchas sociedades actuales-, el cuerpo puede afrontar ambas tareas: criar hijos y mantenerse saludable. Precisamente esto explicaría por qué en las investigaciones más actuales al respecto, los efectos negativos de la maternidad sobre la longevidad solo se observan en mujeres con más de cinco hijos y no hay un dato reseñable que diferencie a las mujeres en general, tengan o no hijos.
Pero las madres no envejecen igual
Hoy contamos con una mejor nutrición, mejor acceso a atención médica y menor número de hijos en promedio por mujer, por lo que la maternidad no implica necesariamente un deterioro acelerado. De hecho, en algunos casos puede incluso beneficiar la salud. Algunos estudios han encontrado que mujeres con uno o dos hijos tienen telómeros (los extremos de los cromosomas, relacionados con el envejecimiento celular) más largos que las mujeres sin hijos. Esto se debe a que la crianza puede fomentar hábitos saludables, redes sociales más sólidas y unos propósitos en la vida que influyen positivamente en la salud mental y física.
Sin embargo, el panorama cambia radicalmente en contextos de pobreza, estrés crónico o falta de apoyo. En estos casos, la maternidad puede convertirse en todo lo contrario, un enemigo del envejecimiento; un factor de riesgo para la salud de la mujer, acelerando procesos como la inflamación crónica o el deterioro inmunológico.
Dos picos clave en el envejecimiento humano: 44 y 60 años
Un estudio independiente publicado en Nature Aging también ha detectado que el envejecimiento humano no es lineal, sino que ocurre en 'golpes' moleculares. Los investigadores, liderados por el genetista Michael Snyder de la Universidad de Stanford, analizaron más de 135.000 biomarcadores en 108 adultos durante varios años y detectaron dos momentos en los que el cuerpo sufre cambios abruptos: alrededor de los 44 años y otra vez cerca de los 60.
En el primer pico (mediados de los 40), los cambios moleculares afectan la metabolización de lípidos, cafeína, alcohol y la salud cardiovascular, muscular y cutánea. Este periodo coincide con la perimenopausia en muchas mujeres, pero el estudio también observó los mismos cambios en hombres. En el segundo pico (inicios de los 60), se intensifican los cambios en el sistema inmune, la función renal y la regulación de carbohidratos.
¿Qué significa esto para las madres? Que es otro valor a tener en cuenta respecto a la maternidad. Si una mujer tiene hijos antes de los 44 años, cuando el cuerpo todavía está en relativa estabilidad molecular, y cuenta con buenos recursos, es posible que su envejecimiento no se vea acelerado. Pero si la maternidad ocurre en condiciones adversas, o se extiende más allá de los 40 años, puede coincidir con una fase de vulnerabilidad biológica, amplificando el desgaste fisiológico.