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Lupita D'Alessio se despide de los escenarios con un emotivo concierto

Lo que debía ser una noche de despecho y en contra de ellos, se convirtió en el punto final de una carrera de 54 años cantando por y para ellas: el viernes, Lupita D'Alessio dio en Guadalajara lo que, dijo, fue el último concierto de su vida.

En medio del escenario, una silla amplia y cómoda, no el trono de la reina, pero sí el púlpito de la sacerdotisa de los amores rotos, de las infidelidades galopantes, de las mentiras, pero también de la venganza de los sexos, del derecho a ser infiel y de la necesidad de un día detenerse y decir: "Hoy voy a cambiar".

Desde esa silla, D'Alessio le entregó al público justo lo que esperaba: un recorrido por esas canciones que la convirtieron en icono pop, en compañera de desgracias, en inspiración para resurgir de las cenizas del desamor.

Para entender el fenómeno de la intérprete hay que ubicarla en el mundo en que surgió. Si hoy, en "La Perla", Rosalía le canta a alguien que es "la decepción local, rompecorazones nacional, un terrorista emocional, el mayor desastre mundial", es porque en 1982 la Lupe se atrevió a llenar la radio hablando de ese hombre que "es un gran necio, un estúpido engreído, egoísta y caprichoso, un payaso vanidoso, inconsciente y presumido, falso enano rencoroso... que no tiene corazón".

Entonces, como ahora, sus canciones no son para bailarlas, sino para identificarse con ellas y para dedicárselas a alguien, exclamando a todo pulmón: "¡Qué ganas de no verte nunca más!". Quien esté libre de despechos, que arroje la primera piedra.

Con toda naturalidad, hoy Shakira sentencia: "A ti te quedé grande / Y por eso estás con una igualita que tú". Pero en 1980 D'Alessio se convirtió en canon al dejar de cantarle al desamor de la mujer engañada, para encarar al infiel: "Sobre aviso no hay engaño, sé muy bien que ya te vas / Dile a esa que hoy te ama que para amarte nada más / Para eso a ella le falta. lo que yo te tengo de más".

Fueron casi dos horas de concierto para cerrar una de las historias más cantadas de la música mexicana. Lupita quiso despedirse en Guadalajara por el cariño que le tiene a la ciudad en la cual pasó la adolescencia y, según contó, conoció su primer amor.

Su retiro de los escenarios fue, así, entre gritos de "¡no te vayas, Lupita!", lágrimas, abrazos. y un sonoro grito de "¡arriba el Atlas!".

 

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