En Los Ilusionistas: Nada es lo que Parece (2013), un grupo de magos conocido como "Los Cuatro Jinetes" realiza atracos contra instituciones corruptas mientras son perseguidos por el FBI. En Los Ilusionistas 2 (2016), la única mujer es reemplazada, y el grupo es enviado a China para enfrentar una conspiración aún mayor.
Casi diez años después llega Los Ilusionistas 3, en la que un trío de jóvenes embaucadores (Justice Smith, Dominic Sessa y Ariana Greenblatt) son reclutados por J. Daniel Atlas (Jesse Eisenberg) para unirse a una complicada operación que involucra una enorme joya y a su dueña, Veronika Vanderberg (Rosamund Pike).
Tomando la batuta de Louis Leterrier, un experto en acción, y de Jon M. Chu, ahora ocupado con Wicked, está Ruben Fleischer, un director cuya filmografía ha sido bastante desigual desde su debut con Tierra de Zombies (2009). La buena noticia es que ésta bien podría ser su mejor película desde entonces.
Fleischer y sus guionistas entienden muy bien que esta saga se ha convertido en una mezcla entre Rápido y Furioso y Ocean's 11, con el agregado de la magia y la ilusión para engañar tanto a las víctimas como al espectador.
Un elemento recurrente de la franquicia es explicar cómo se realizan todos los trucos, y si bien es ingenioso, narrativamente resulta algo torpe. Dicho esto, Fleischer logra incorporar estas secuencias con mucho dinamismo, llenando la historia de sorpresas tanto argumentales como visuales. Y claro, en este contexto, la "Abracadabra" de Lady Gaga tenía que hacer una aparición.
Aquí todo es ridículo y enteramente implausible; no sería ninguna sorpresa si la siguiente película se llevara a cabo en el espacio. Sin embargo, la interacción entre las dos (o hasta tres) generaciones es muy orgánica, destacando a un Dominic Sessa que reafirma que fue un gran descubrimiento en Los que se Quedan (2023) y a Rosamund Pike, que se divierte de lo lindo como una villana desatada.
Los Ilusionistas 3 es escapismo puro, y vale la pena dejarse llevar por ella en pantalla grande.