Hace unos días anunciaron algo que ya se veía venir: el cierre de Compas. Como bien sabemos esta empresa está dedicada a la manufactura de automoviles. Su cierre que será en mayo de 2026 es un golpe fuerte para muchas familias, pues se habla de más de 800 personas que perderan su empleo. Aunque el gobierno del Estado ha anunciado que se ha trabajado para que la liquidación de estos cientos de trabajadores sea la mejor posible, lo cierto es que el cierre de una empresa sea pequeña, mediana o grande siempre será una tragedia para las familias, pues el trabajo ofrecido por éstas se convertía en la oportunidad de tener un salario y así poder sacar adelante los gastos que toda familia tiene.
Quizá algunos de ustedes se cuestionen que tiene esto que ver con mi columna de este domingo. Pues la respuesta es simple: como sacerdote laboro en una parroquia al oriente de nuestra ciudad, en el trato con los feligreses me he podido dar cuenta que muchas personas laboran en el sector automotriz. Y al ir escribiendo esto pienso en rostros concretos que hoy viven angustiados por el cierre de esta empresa en nuestro Estado. Si bien se ha anunciado que Nissan ampliará su presencia entre nosotros, creo que tratandose del tema laboral la moneda sobre la suerte de una persona que busca empleo está en el aire.
Estoy convencido que como Iglesia no podemos ser indiferentes frente a las situaciones de los demás. El Concilio Vaticano II tiene una constitución que tiene por nombre “Gaudium et spes”, el tema que desarrolla es el de la Iglesia en el mundo actual. Y es este uno de los motivos por los cuales como Iglesia no podemos ser indiferentes con las diversas situaciones que pasan, la Iglesia está dentro del mundo y no el mundo dentro de la Iglesia, aclaro que con esto no hablo de la mundanidad que sin duda podría ser un tema para otra ocasión.
¿Qué nos toca como Iglesia frente a situaciones como lo es el desempleo? Sin duda que nosotros como institución no podemos abrir lugares para emplear a las personas que lo necesiten, sin embargo estas situaciones son momentos en donde podemos vivir con mayor claridad y conciencia nuestro ser comunitario, el cual forma parte de todos nosotros como Iglesia. El huir de la indiferencia frente al drama del otro, animandome a ver en el “otro” a un hermano, a un cristiano como cada uno de nosotros.
Nos duele que muchos pierdan su empleo sea en una empresa o en otra, tal vez no podamos hacer algo objetivo para que pronto consigan uno nuevo. Pero lo que sí podemos es caminar con todos los que están en esta situación complicada recordandoles que nadie llora ni sufre solo porque la Iglesia siempre será una comunidad que acoge, recibe y ama.