Lunes 13 de Octubre de 2025 | Aguascalientes.

Dickens y las Infancias en Aguascalientes

Esteban Dávila | 02/10/2025 | 12:00


¿Hasta dónde es visible el trabajo del Estado con respecto a la niñez? Hace poco se realizó un evento de entrega de resultados de la consulta infantil organizada por el Instituto Nacional Electoral, para dar a conocer a las autoridades municipales y dependencias del Estado la realidad que los niños, de viva voz, expresan.

Los niños, en su espectro más sensible, desde los 3 a los 17 años, informaron que tienen carencias. Esperando que las autoridades no dejen en abandono dicha información, nos preguntamos: ¿qué tan protegidos están los derechos básicos de nuestras infancias en el Estado?

Al parecer, no adolecemos de tasas criminales relativamente altas contra los niños, pero sí es muy palpable el abandono en los municipios. Las cifras no mienten: según la consulta, más de veinte mil niños y niñas padecen de inseguridad, no tienen luz o alumbrado público, viven en calles sin asfalto, sufren escasez de agua y son propensos al consumo de drogas debido a la falta de interacción familiar y al verdadero apoyo institucional.

Pero, más allá de los servicios públicos, hay un agravio a sus derechos humanos y de la niñez. Son una población vulnerable que vive en familias poco funcionales y con escasa red de apoyo. Hay mucho abandono por parte de los padres en su búsqueda de un mejor trabajo; las mujeres no cuentan con lactarios o espacios seguros para que los niños puedan desarrollarse; en casa, los problemas de insalubridad surgen cuando los servicios están lejanos. Cuando uno observa todo ello, y con la mención previa, entiende que el municipio solo trabaja para superar a medias sus limitaciones.

Recordando la lectura de Notas de América de Charles Dickens, hay una parte donde él describe cómo funcionaba el sistema de asilos y orfanatos en Boston. Hace falta algo de esa envergadura en el Estado. Hablamos de los 1800, cuando Dickens narra cómo se hacía cargo el sistema de la indigencia y de los huérfanos. Hoy, en cambio, hay mucho descuido por nuestra parte como gobierno.

Es necesario construir edificios magnos para nuestras infancias perdidas. Un sistema creado con fideicomisos, donde la gran aportación de los capitales nazca de la industria. Después, el Estado colocaría una parte para subsidiar empleos bien remunerados: personas que puedan acompañar por años a un niño y no solo por meses o días. El sistema, de manera legal, funcionaría cuando se denuncia la indigencia de un niño o adulto; después se hace una inspección judicial y, al tener un dictamen, se crea de oficio la búsqueda de esos niños. Al ser incapaces de su propio sustento y de salvaguardar su propia seguridad, el departamento de salud toma medidas: habla con los niños y los lleva directo al orfanato o santuario infantil. Ahí, cada uno de sus derechos es velado mediante la sistematización: comenzando por la salud, el techo, la educación, el sustento y el libre desarrollo de la personalidad. Claro, en aquel momento eran otros parámetros.

La labor del DIF ha estado en encrucijadas. Lamentablemente, no bastan sus refugios y, en lo personal, debería concentrarse esa demanda en un solo edificio. El mensaje con esa edificación sería claro: nos preocupamos por los niños y las niñas. Nadie padecerá en estas calles. Ningún niño o niña tendrá que preocuparse por el cariño, por poder jugar, por creer y soñar.

La infancia es nuestro pilar futuro como Estado. Aguascalientes reverdecerá con jóvenes ejemplares, seguros, amados y tutelados por las instituciones que se deben a ellos. Serán los próximos adalides de las ciencias, cineastas, biólogos, geólogos, empresarios, hombres y mujeres que proyecten honor y carácter democrático.

¡Basta ya de casos de explotación infantil, de niños sin medicinas ni tratamientos, de padres ausentes no por decadencia moral sino por necesidades económicas! Basta de niños con carencias, con resentimientos, con esperanzas destruidas por las presiones sociales, secuestrados por el mito del éxito narco. Basta de opacidades y de llenar huecos con juguetes en Navidad.

Elevemos el sentido de la política pública. Demos espacio para trabajar la gerencia pública y aumentar los resultados de manera contundente. Que se deje huella, que el niño de hoy, mañana, a sus 30 años, dé gracias al Estado; que ame a la ciudad, a su calle, a su distrito y busque luchar por él.

No hace falta más que escuchar. Los niños ya hablaron. Vamos a hacerles caso: son sus voluntades a las cuales no debemos ser omisos. El cauce de la historia dará razón al reformador, al oidor de infantes, y ocultará con vergüenza a quienes se aprovecharon de la situación de precariedad de la niñez.

No lleves una piñata a la comunidad y luego desaparezcas al año. Construye escuelas, centros lactarios; apoyemos primero a las madres y luego a los padres. El niño y la niña son, para Aguascalientes, la garantía del progreso.