Entre tantas noticias y la vorágine cotidiana desatada a partir de los hechos conocidos por todos y analizados por pocos pasó casi desapercibido un nuevo recorte previsto para el sector cultural en el proyecto del 2026.
De acuerdo a las notas especializadas, se prevé un recorte del 16%, equivalente a 1984 millones de pesos y que dejaría a la Secretaría de Cultura de México con un monto de 13 mil millones de pesos para afrontar el 2026.
No es menor este dato, ya que desde el PRI se han venido señalando las irregularidades de los ejercicios presupuestales en el sector cultural, y de hecho, no se sabe qué sucedió con esa ampliación de 3 mil millones que se otorgó el año pasado y que se diluyó de manera rara y opaca. Se describe así porque no hay anuncio de grandes proyectos o inversiones que se reflejen en beneficio del gremio artístico de México. Si hay pruebas en contrario sería bueno conocerlas. No es acusación, sólo descripción de la realidad.
Lo que definitivamente preocupa es la deriva en la que se encuentra el sector en general. La Secretaría de Cultura no encabeza causa alguna real que valga la pena enarbolar por parte de la ciudadanía y todo indica que se vive en un ciclo de improvisaciones y de silencios, a la espera únicamente de devengar un sueldo y de realizar relaciones públicas donde se promete todo, se hace nada pero todos sonríen porque están en la silla.
La Secretaría de Cultura de México tiene al frente a la peor línea de profesionistas que ha habido, y a favor de ellos, puede argumentarse que la circunstancia política del país y del movimiento que apoyaron no les resulta en el mejor escenario; empero, también debe existir autocrítica porque la mayoría de ellos, si no es que todos, fueron acólitos del movimiento del resentimiento y tanto en lo público como en lo privado abrazaron la patológica ilusión del seudo mesianismo tropical.
La peor versión de la Secretaría de Cultura de México se vive a diario y si tuvieran algo de decoro sus funcionarios deberían replantearse seguir allí o bien hacer un esfuerzo real por lo menos para justificar su suelo y los programas que tienen a cargo.
Por el momento no hay más para manifestar y se espera que de aquí a diciembre se haga un llamado a la sociedad para participar de lo que debería de ser la Secretaría de Cultura: un ente de cohesión y de unión. Quedará en ellos si desean ser parte de la solución o si prefieren seguir dormidos ignorando el ya craso problema que tienen en frente.
México y su cultura están por encima de resentimientos y doctrinas, quien no entienda eso debería alejarse de sus instituciones, y en este caso, de las culturales que dan prez y honor al país aún y a pesar de sus peores iteraciones.
Bismarck Izquierdo Rodríguez
Secretario de Cultura del CEN del PRI
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