Lunes 13 de Octubre de 2025 | Aguascalientes.

Teresismo

Edilberto Aldán | 22/09/2025 | 11:41

En el ranking más reciente de Mitofsky, Teresa Jiménez Esquivel, gobernadora de Aguascalientes, aparece entre los primeros lugares. No es novedad: desde hace tiempo mantiene un promedio de aprobación del 50%. Alto si se le compara con otros gobernadores; bajo frente a los índices de la presidenta Claudia Sheinbaum.

Pero estas encuestas son apenas un instrumento de la mercadotecnia política. El reconocimiento al desempeño gubernamental no se mide con la aprobación personal de una figura de poder. La clase política lo sabe: la calificación que cuenta se obtiene en las urnas.

El ejercicio del poder se evalúa desde distintas esferas, y no suelen coincidir. Para el ciudadano común, Teresa Jiménez ha consolidado un trabajo de décadas, siempre desde algún cargo público; en redes sociales, en cambio, los comentaristas responden más a los intereses de líderes que buscan posicionarse.

Desde su primera campaña, la gobernadora y su equipo han sabido ganar la preferencia electoral con una mezcla de carisma y entrega de apoyos. Con esa fórmula, convirtió a Aguascalientes en el “lunar azul”: la única entidad donde Claudia Sheinbaum no ganó en la elección presidencial pasada. Hoy las encuestas dan ventaja al PAN, lo que se traduce en la idea de que el estado seguirá siendo panista, independientemente de los nombres que aparezcan en la boleta en 2027.

Ese espejismo entusiasma a los adelantados: bardas, espectaculares, fundaciones y asociaciones civiles brotan como hongos, alentados por las cifras que favorecen al PAN. Olvidan, sin embargo, que más que el panismo lo que ha pesado es el teresismo. La movilización electoral ha beneficiado al grupo en el poder, y las alianzas con políticos de distintas fuerzas se han hecho con Teresa Jiménez, no con Acción Nacional.

Sus aspiraciones presidenciales son un secreto a voces. Resulta lógico que busque plataformas que le den proyección nacional, pues, aunque figura en los primeros lugares de aprobación, aún no tiene el reconocimiento que poseen otras panistas con la misma ambición, como la gobernadora de Chihuahua. Le falta consolidar su presencia en el escenario nacional para ser considerada en la sucesión de 2030.

Los maliciosos apuntan que su objetivo principal es mantener el fuero. Hasta ahora, ninguno de los señalamientos en su contra ha pasado de la categoría de rumor: distracciones útiles para restarle peso en la elección de 2027, donde su mano será determinante para aprobar candidaturas. No tanto dentro del PAN, sino en la orientación que tomen las fuerzas vivas al acudir a las urnas.

La realidad es que, más allá de nombres y partidos, la mayoría de los electores son teresistas. El grupo de la gobernadora mueve sus piezas para lo que más le conviene. Los aspirantes pueden minimizarlo, pero décadas de elecciones en Aguascalientes confirman que la voluntad electoral se ajusta a los intereses de un reducido grupo, no al carisma de quienes suspiran por un cargo.

El sucesor de Teresa Jiménez no lo designará el panismo, sino ella. Será quien mejor garantice su continuidad en la escena pública, no para buscar fuero, sino para mantener una plataforma rumbo al 2030. Durante años, el teresismo ha desplazado las lealtades partidistas: la identidad azul importa menos que la cercanía con el grupo gobernante.

Es cierto: en aguas revueltas puede que la gobernadora no logre imponer a todos sus candidatos. Pero sí tendrá la primera mano en la orientación del voto. Su equipo controla programas, apoyos y liderazgos sociales. Poco importan las amenazas de renuncia si no es Antonio Martín del Campo, o las denuncias risibles de un supuesto juego a favor de Morena desde Palacio Nacional. Hoy y mañana, el control del electorado está en el grupo de Teresa Jiménez.

Aguascalientes no es un “lunar azul”. Es el follaje que se mueve al ritmo de un grupo que ha demostrado eficacia en la movilización política. Cuando llegue el momento de decidir, ahí estará la mano que mece la cuna, por encima del ruido de bardas, discursos y egos desbordados.

Coda. Lejos aún del momento definitorio, es tiempo de discursos flamígeros y de bravatas. Con el paso de los meses, se impondrá la lógica de las asambleas que terminan rindiéndose a los designios del Palacio. Prevalecerán los que trabajen en tierra, en silencio, alineados a la voluntad de la gobernadora y dispuestos a mantener el estado de las cosas, quienes muestren lealtad más allá del interés personal. Al tiempo.

@aldan

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