Lunes 13 de Octubre de 2025 | Aguascalientes.

Paquete Económico 2026: deuda para repartir, no para invertir

Ericka Segura | Plano Informativo | 15/09/2025 | 11:17

El Paquete Económico 2026 se presenta como un ejercicio de estabilidad, pero en realidad expone una contradicción peligrosa: México se endeuda más que nunca y, sin embargo, esos recursos no se traducen en infraestructura, innovación o educación técnica que garanticen crecimiento a largo plazo. Se pide prestado no para construir, sino para repartir.

La deuda pública ya supera los 17.5 billones de pesos, casi el doble que hace una década y equivalente a cerca de la mitad del PIB. El problema no es solo su tamaño, sino su destino: gasto corriente, rescates institucionales y programas asistenciales. Mientras tanto, el costo financiero escala: casi uno de cada cinco pesos del presupuesto se irá en pagar intereses, un monto que ya compite —e incluso supera— lo que México destina a salud y educación. Estamos frente a un presupuesto que garantiza aplausos inmediatos, pero que hipoteca el porvenir.

Crecimiento económico: entre la promesa y la realidad

El gobierno proyecta un crecimiento de entre 2 y 3 % para 2026, pero la realidad de los últimos siete años lo contradice: el promedio anual apenas rebasa el 0.8 %. No es la primera vez que ocurre. Una y otra vez las proyecciones oficiales se han quedado en papel, superadas por choques externos, informalidad persistente y productividad estancada.

El verdadero problema no es solo el desempleo, sino la informalidad: más de 32 millones de personas trabajan sin seguridad social ni aportaciones al fisco. Esta dualidad debilita la recaudación, limita el acceso a servicios básicos y perpetúa desigualdades. Mientras no se premie la formalidad y se reduzcan los costos de cumplimiento, cualquier proyección de crecimiento será un castillo en el aire.

En paralelo, el discurso oficial apuesta a la relocalización de inversiones (nearshoring) como motor de ese repunte. La oportunidad es real, pero insuficiente sin lo básico: infraestructura moderna, energía confiable, seguridad jurídica y talento técnico. Y ahí están los rezagos: aduanas colapsadas, puertos saturados, carreteras con décadas de atraso, falta de inversión en energía limpia y reglas cambiantes que desalientan al capital privado.

La consecuencia es clara: la proyección de crecimiento se convierte en un espejismo. Mientras no se resuelvan la informalidad y los cuellos de botella estructurales, los números del Paquete 2026 serán más aspiración política que estrategia económica real.

Recaudación sin reforma: el espejismo del IEPS

El Paquete 2026 llega sin “paquetazo fiscal”. La estrategia es apostar a una mayor fiscalización y a impuestos ya existentes para obtener un 5.7 % más de ingresos reales. Es un camino cómodo, pero riesgoso: si la economía no crece, tampoco lo hará la recaudación. Y lo más delicado es que gran parte de esa carga recae en impuestos indirectos que golpean más a los consumidores que a los grandes capitales.

El caso del IEPS es ilustrativo. Nació en 1981 para desincentivar consumos dañinos y proteger la salud y el medio ambiente. Más de cuatro décadas después, sigue siendo una fuente estable de ingresos, pero no cumplió su propósito social. El consumo de refrescos apenas bajó, mientras la obesidad y la diabetes continúan al alza. En la práctica, el IEPS recauda, pero no corrige.

Un impuesto verdaderamente social debe acompañarse de agua potable, educación nutricional y transición energética, no limitarse a engrosar la caja fiscal. De lo contrario, seguirá siendo lo que es hoy: un ingreso seguro para Hacienda, pero incapaz de cumplir el propósito para el cual fue diseñado: mejorar la salud y el medio ambiente.

Aranceles: escudo o freno

La imposición de aranceles a países con los que México no tiene tratado de libre comercio puede ser un escudo necesario para sectores como el acero o el calzado, que por años han enfrentado la competencia desleal de mercancías subvaluadas.

Pero la medida también tiene filo de doble cara: puede encarecer la operación de sectores estratégicos como el automotriz, el electrónico o el de electrodomésticos, que son la columna vertebral de nuestras exportaciones y dependen de cadenas globales de suministro. La industria no rechaza los aranceles, pero pide lo obvio: que sean estratégicos, temporales y diferenciados. La defensa de lo local no puede convertirse en un freno a la competitividad global.

Reflexión final: TransformAcción o simulación

El Paquete Económico 2026 deja una pregunta de fondo: ¿queremos administrar la coyuntura o construir el futuro? Endeudarse para repartir y no para invertir es un error histórico. Apostar a crecimientos optimistas sin resolver la informalidad, la infraestructura rezagada y la falta de certeza jurídica es repetir la misma fórmula fallida. Y confiar en impuestos indirectos y aranceles sin una política industrial integral es navegar sin brújula en medio de la tormenta.

México necesita más que discursos de estabilidad: requiere visión de Estado. Invertir en infraestructura moderna, apostar por innovación, formalizar el empleo y blindar a la industria con reglas claras y visión de largo plazo. Lo demás es administrar la supervivencia, no construir desarrollo.

Un país que destina más recursos a pagar intereses que a educar, innovar y sanar, no está planeando su futuro: lo está hipotecando. Y desde este espacio sostengo con firmeza: la verdadera transformación no está en cuánto se recauda ni en cuánto se reparte, sino en cuánto se invierte en generar valor productivo, talento y soberanía económica. Ese es el debate que debemos dar hoy, antes de que la deuda nos cobre el mañana.