Mel Wilhelm Fonseca | 01/09/2025 | 11:41
Un maestro de karate con 40 años de experiencia llega al dojo cada mañana. ¿Qué hace primero? No practica técnicas avanzadas ni combates espectaculares. Se coloca frente al espejo y repite el puñetazo más básico que existe.
Una y otra vez. Miles de veces ya. Miles más por delante.
Esto es Kihon: la práctica obsesiva de lo fundamental.
La diferencia entre hacer y dominar
Kihon significa "fundamentos" en japonés, pero es mucho más que ejercicios básicos. Es la diferencia entre saber hacer algo y dominarlo completamente.
En el dojo, un principiante aprende a dar un puñetazo en una semana. Un maestro ha estado perfeccionando ese mismo puñetazo durante décadas. La diferencia no está en conocer el movimiento, sino en entender cada músculo, cada respiración, cada milímetro de la técnica.
¿La lección? La excelencia vive en los detalles que otros consideran "ya dominados".
Tus fundamentos invisibles
Fuera del tatami, todos tenemos nuestro Kihon. Son esas habilidades básicas que repetimos tanto que se vuelven invisibles:
En el trabajo: Escribir emails claros. Llegar puntual a las reuniones. Escuchar antes de hablar. Suena simple, pero ¿cuántas personas realmente dominan estos fundamentos?
En casa: Lavar los platos inmediatamente después de usar. Hacer la cama cada mañana. Guardar las cosas en su lugar. Los hábitos básicos que construyen o destruyen la armonía diaria.
En las relaciones: Decir "gracias" con sinceridad. Preguntar "¿cómo estuvo tu día?" y realmente escuchar la respuesta. Pedir disculpas cuando te equivocas.
La trampa del aburrimiento
El problema con los fundamentos es que son... bueno, aburridos.
Preferimos buscar técnicas avanzadas, trucos novedosos, atajos inteligentes. Pero aquí está la verdad incómoda: la mayoría de los fracasos no vienen por falta de técnicas avanzadas, sino por descuidar lo básico.
El chef que domina el arte de cortar verduras uniformemente. El músico que practica escalas durante horas. El atleta que perfecciona su calentamiento como si fuera el ejercicio más importante.
Todos entienden algo que los demás no: lo básico nunca es básico cuando se hace con maestría.
Cómo practicar tu Kihon personal
Identifica tu fundamento más importante. No tres, no cinco. Uno. ¿Qué habilidad básica, si la perfeccionaras, tendría el mayor impacto en tu vida?
Practica con intención, no por rutina. La diferencia entre hacer algo mil veces y practicarlo mil veces es la atención consciente. Cada repetición debe ser ligeramente mejor que la anterior.
Celebra la mejora invisible. Los fundamentos mejoran en milímetros, no en kilómetros. Aprende a notar esas micro-mejoras que otros no ven.
Haz que sea sagrado. En el dojo, el Kihon se practica con el mismo respeto que las técnicas más avanzadas. Trata tus fundamentos con esa misma reverencia.
La maestría oculta
Al final, el Kihon nos enseña algo contraintuitivo: mientras más avanzas en algo, más tiempo dedicas a lo básico.
Los novatos buscan lo complicado. Los expertos perfeccionan lo simple. Los maestros encuentran profundidad infinita en lo fundamental.
¿Cuál es tu Kihon? ¿Qué fundamental estás evitando porque ya "lo sabes"?
La respuesta podría ser la diferencia entre hacer las cosas y dominarlas.
Arigatou gozaimashita.