En una ocasión, un hombre en claridad menos letrado que mi persona -y no es que yo sea el más fluido de mi habitación-, pero con el tan deseable como cuestionable bagaje que otorga prestigio con más de un caluroso invierno y la experiencia de un verano helado, me aseguró que podría hacer como él y extender la tinta a otro tipo de amalgama en el arcoíris, día a día. Si bien, el hambre orilla al hombre a preparar y liderar hasta cuatro frentes, no me podrías pedir ocultar un acierto por la bandera que el otro levanta hasta cumplir una pensión. Mucho menos cuando corres riesgo de traicionarte al siguiente paso.
En otra ocasión, un hombre más letrado y recatado, sugirió tomar la juventud para fluir sobre pensamientos del nuevo mundo, en los 90. No hay algo de especial en mí, pero como sería ley en mis veintipocos, seguir su corriente nunca fue parte de mi remar.
Hablar de representación popular me ha sido nefasto incluso antes de captar una razón con ligero desarrollo. Sin embargo, en la rama que me alimenta, es indispensable; y con ello no podría darle más sentido a Charly García y nuestro encuentro con tan pasajeros diablos. Tres ‘nepobabys’ y algún regidor con fichas de nuestro primer hombre y ChatGPT no representan la voz de uno y mil jóvenes ardiendo.
Qué tensión que hay en el ambiente
cuántos pensarán como yo.
Si las papas están calientes
¿por qué tengo que ser yo
el que dé el primer mordiscón?”