Lunes 13 de Octubre de 2025 | Aguascalientes.

La ciudad de tu vida en la soledad del poder y el cabildo de turistas

Sísifo | 14/08/2025 | 12:49

En Aguascalientes capital, gobernar se ha convertido en un deporte extremo. El alcalde parece estar en medio de una maratón cuesta arriba, con el viento en contra y la lluvia encima, mientras su equipo más cercano… brilla por su ausencia. No es un chisme de café: la percepción ciudadana es clara y repetida. El presidente municipal sale a dar la cara, a cortar listones, a recibir reclamos, y cuando voltea para ver si alguien del gabinete lo respalda, sólo encuentra dos o tres caras conocidas. El resto parece haber adoptado la política del bajo perfil, entendida aquí como “bajo el escritorio”.

Los regidores, por su parte, han perfeccionado un arte milenario: el escapismo. En lugar de estar en campo, en reuniones con vecinos o en comisiones productivas, sus agendas parecen más ocupadas con itinerarios de vuelo. Próximo destino: alguna “gira de trabajo” en la que, curiosamente, la agenda técnica cabe en una hoja tamaño carta y el resto del tiempo queda libre para “intercambiar experiencias” en restaurantes con estrellas Michelin. Porque claro, nada fortalece la democracia local como un buen selfie en la Torre Eiffel.

Pero mientras el cabildo juega a ser agencia de viajes, Aguascalientes capital enfrenta una de sus etapas de crecimiento más aceleradas. Las cifras lo dicen todo: La población de la zona metropolitana de Aguascalientes alcanzará este año una cifra estimada de 1.196 millones de habitantes, de acuerdo con proyecciones demográficas recientes.

Esto significa más casas, más calles, más autos y, por supuesto, más exigencias de servicios. Los fraccionamientos surgen como hongos después de la lluvia, y no precisamente con la infraestructura básica lista. Calles saturadas desde antes de inaugurarse, drenajes que colapsan con la primera tormenta y una presión sobre el agua que ya no se resuelve con discursos.

Aquí es donde el autoengaño se vuelve un lujo peligroso. Pensar que el ayuntamiento puede solo, con su presupuesto comprometido en otras cosas y una plantilla administrativa que no siempre brilla por su eficiencia, es condenar al municipio a administrar el colapso. El crecimiento poblacional exige una visión integral: coordinación con el estado, vinculación con la federación, colaboración con universidades y colegios profesionales, y, sobre todo, un compromiso político real para dejar a un lado las peleas internas y las agendas personales.

Porque si seguimos en la lógica de “cada quien en lo suyo”, el resultado será simple: los problemas crecerán más rápido que las soluciones. La basura no se recogerá sola, el tráfico no se resolverá con multas esporádicas, y el agua… ah, el agua, ese tema que en las “aguas cachondas” ya tiene nombre y apellido: MIAA.

MIAA debería ser la joya de la corona en la gestión municipal: un organismo que garantice el acceso a un recurso vital con eficiencia, transparencia y visión de largo plazo. En cambio, lo que la ciudadanía percibe es un organismo que funciona como si fuera propiedad personal de Camarillo, con decisiones opacas, contratos poco claros y una atención al usuario que muchas veces roza la indiferencia. Si el agua es un derecho y no un negocio, la administración de MIAA debería reflejarlo, pero hoy parece más una franquicia privada que un ente público.

El problema es que, en este contexto, cada error, cada fuga, cada factura inflada, se convierte en un símbolo de lo que está mal en la gestión local: la falta de sentido de pertenencia, la ausencia de corresponsabilidad y el predominio de intereses particulares sobre el bien común.

En resumen, Aguascalientes no necesita un alcalde mártir, sino un liderazgo coral. El presidente municipal no puede ni debe remar solo, pero para que eso cambie se requiere que su gabinete despierte y que los regidores bajen del avión y pisen la tierra que dicen representar.

Hasta aquí subió la roca.