Tragedia que no admite mezquindades
La semana arranca con olor a pólvora política y un dejo de tristeza que no se borra. Cerramos la anterior con la noticia más dura: la muerte del hijo del exgobernador de Aguascalientes y su joven pareja. Un joven empresario con visión, inteligencia y carácter, de esos que, aunque no ostenten un cargo, portan un apellido con historia y significado. Su ausencia es una pérdida no solo para su familia, sino para un Aguascalientes que rara vez produce cuadros con esa mezcla de ambición y propósito.
Del ingeniero Luis Armando Reynoso, a quien se le podrá criticar lo que se quiera en su paso por la gubernatura, dejó obras que cambiaron la cara del estado como el Cristo Roto, la Isla San Marcos, Tres Centurias, el estadio Victoria y la llegada del Necaxa cuando aún valía la pena presumirlo. Lo mínimo ante una tragedia así sería un gesto de solidaridad. Sin embargo, algunos políticos prefirieron administrar sus condolencias como si fueran recursos públicos: regateadas, tardías y con la mezquindad como bandera. Una clase política incapaz de entender que hay momentos que no son negociables.
La foto que nadie pidió
La instrucción desde la cúspide fue clara: “no se muevan para no salir en la foto”. Y sin embargo, el espectáculo del secretario del Ayuntamiento, Quique Galo, fue una pasarela improvisada. Se esperaba un destape que moviera piezas, pero lo que vimos fue una romería de aspirantes: algunos con peso político, otros con peso muerto, y varios que llevan años intentando resucitar. En política, dicen, si no te mueves no existes; pero si te mueves sin proyecto, solo estorbas en la foto.
Las reinas del brinco
Entre la fauna presente, dos nombres saltan por costumbre: una diputada de apellido Muñoz y una ex comunicadora de apellido Garfias. Ambas iniciaron sus carreras con discurso de mucha “FHE” y ahora sobreviven con la flexibilidad de una hoja de papel: se doblan hacia donde sople el viento. El panismo moderado no las quiere de tiempo completo; apenas las tolera como invitadas incómodas. No olvidan sus alianzas pasajeras, su pasado de ataques contra los mismos que hoy presumen como “compañeros de causa” y su habilidad para usar cargos como cajero automático.
Archivos que no se borran
La actual secretaria del chismógrafo municipal —experta en usar la política como reality show— tuvo su época dorada disparando contra los azules. Ahora se viste con sus colores, como si el archivo muerto no existiera. Y la diputada, que debutó camuflada entre los “turquesas” con más trampas que méritos, confía en que el electorado olvide sus brincos. El problema es que ya no hay magia en esos saltos; el público aprendió a mirarles las manos y sabe que siempre esconden algo.
Alacranes sobre la espalda
La traición, en Aguascalientes, no es excepción: es costumbre. Por eso la pregunta no es si el “Hágalo Simba” se echa esos alacranes al lomo, sino cuánto veneno cree que puede soportar antes de que le cobren la factura. Y veremos si el cachorro y su mentor caído en desgracia siguen repartiéndoles privilegios como si nada. Total, traicionar al “último fantástico” no ha tenido consecuencias, y ahí siguen, ordeñando el erario y dando de topes con quienes no se prestaron al juego. Mientras tanto, el alcalde se entretiene cambiando focos como si la ciudad fuera un escenario y él, su iluminador. Felices los cuatro.
Central de rancho
Para bajar la tensión, el retrato del domingo: caos en el aeropuerto de la CDMX, vuelos cancelados, maletas perdidas… y nosotros mejor en los nuevos Volvo de ETN, con su flamante Starlink. Todo de lujo, hasta llegar a la central camionera local: un monumento a la desidia. Andenes que parecen escenario de película de frontera polvorienta, sin guardias privados, menos aún presencia de seguridad pública, en un sitio que todos saben es punto caliente para desapariciones y tráfico ilegal. Una central de rancho, pero no de las que despiertan nostalgia, sino de las que exhiben lo que no queremos admitir: que Aguascalientes no es tan blindado como presume.
Hasta aquí subió la roca.