En el México decadente de la falsa transformación se siguen escribiendo las páginas más oscuras de la república. Ante el silencio cómplice respecto de los hechos de los que debe hacerse responsable el Adán de Villahermosa, el oficialismo se encierra a piedra y lodo desde su torre burocrática y putrefacta y cada día se les ve más temerosos a quienes hace un año gritaban a los cuatro vientos que 36 millones de personas habían respaldado a lo que hoy es la peor presidencia de la historia del país.
En ese contexto, de manera grave e infundada, el movimiento del resentimiento señala a opositores como traidores a la patria, en función de las denuncias que se han comenzado a desahogar ante instancias internacionales, en el marco de lo que puede derivar en la peor crisis política de la que jamás se haya tenido registro.
El régimen oficial ya hace tiempo que decidió el bando al cual proteger y su ilusión soberana los obliga a proteger a quienes les facilitaron el triunfo en diversas demarcaciones en el país.
La soberanía, desde la elección presidencial del año pasado, dejó de residir originariamente en el pueblo y pasó a residir en los factores externos —grupos fácticos— al sistema que todos conocen. Esos factores deciden quién gobierna, quién legisla y quién imparte la justicia. Ellos —los indicios y pesquisas públicas marcan— fueron quienes produjeron los millones de votos que sostienen un régimen sin legitimidad ni legalidad que los respalde.
En el futuro próximo, cuando implosione la actual administración habrá de cuestionarse el nuevo modelo democrático para México. El falso mesías de Macuspana detectó las falencias del viejo sistema y lo reventó desde adentro. La reformulación y reconstrucción es la única opción viable donde todos y todas participen, asumiendo su respectiva responsabilidad. 115 millones de mexicanos sostienen a este país contra 9 millones de esclavos del resentimiento, se debe llegar a un acuerdo nacional.
En días pasados, el senador Rafael Alejandro Moreno Cárdenas, un campechano que durante más de cinco años ha sigo víctima de persecución política, sostuvo su narrativa con acciones y se trasladó a instancias internaciones a denunciar las atrocidades que aquejan a México desde el 2018.
Se recuentan los 220 mil fallecidos víctimas del crimen organizado; 800 mil fallecidos antes una pésima gestión de la crisis sanitaria del 2020; crisis económica; crisis de abastecimiento de medicamentos; atentado al sistema político por medio de una reforma electoral totalitaria; adoctrinamiento cultural, entre otros males que están por enterrar la república si no se actúa a mayor escala.
La congruencia y sagacidad de Moreno Cárdenas han desatado una vez más el odio de quienes han sido corifeos del resentimiento pero aquí sólo les queda reconocer que desde hace meses, si no es que siempre, Alejandro Moreno tuvo razón: el movimiento del resentimiento es la peor tragedia que vivió el país.
El PRI nunca ha ido en alianza con el oficialismo. Siempre ha estado a la altura y los supuestos pactos y narrativas que se instalaron durante más de un lustro se derrumban en estas horas clave. Guste a quien guste, pese a quien pese, el PRI, Alejandro Moreno y su militancia son los opositores reales de este país.
Lo anterior no excluye que las demás fuerzas políticas se sumen. El llamado ya lo ha hecho Alejandro Moreno, también la sociedad civil debe sumarse; todos somos mexicanos, y este país, nuestra casa, no ha de ser rehén de grupúsculo o secta alguna.
La patria imaginaria del movimiento del resentimiento ha dejado de existir, la de los 36 millones, y es momento para ellos de enfrentar la realidad y la justicia. La luz al final del túnel es cada vez más intensa, cada cosa caerá por su propio peso.
PRImero México.
Bismarck Izquierdo Rodríguez
Secretario de Cultura del CEN del PRI
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