La política olvidada: la prevención
Historias de terror, que parecen sacadas de los peores thrillers cinematográficos. Jóvenes que reciben una propuesta de empleo, para poder apoyar a sus familias a salir adelante, una propuesta formal, aparentemente legal con un destino trágico; campos de concentración del crimen organizado.
Familias destrozadas, aunque con una extraña sensación de alivio, al enterarse por medio de sus fotografías expuestas en los medios de comunicación, que sus hijos reportados como desaparecidos, estaban con vida, pero ahora, eran parte de un terrible mal; el narcotráfico.
Al menos 18 hombres, de entre 18 y 39 años, incluso algunos de ellos menores de edad; fueron detenidos el pasado 26 de Agosto tras el desmantelamiento de un campamento atribuido a un grupo criminal; esto, después de la implementación de un operativo encabezado por la SEDENA, coordinado con la Guardia Nacional, Policía Estatal y Municipales. El resultado, narcobloqueos en distintos puntos de la carretera 45 norte y sur, tiendas de autoservicio y camiones urbanos incendiados, fuertes movilizaciones policiales, miedo entre la población; pero lo más importante, la detención de criminales y la visibilización de un problema del que se hablaba en voz baja, la presencia de grupos criminales que operan en la entidad.
Se tiene registro, que al menos cuatro de los detenidos, tenían una ficha de desaparición vigente; familiares aseguran que salieron por una oportunidad laboral, y jamás se volvió a saber de ellos. Mientras tanto, la Fiscalía del Estado de Aguascalientes, aseguró de manera tajante que no hay registro en el estado de reclutamiento forzado, como tampoco había de campamentos de grupos criminales.
La venta de narcóticos, tráfico de armas, ejecuciones, desintegración social, jóvenes parte de las filas del crimen organizado, son solo algunos de los síntomas de la delincuencia organizada, esa que destroza familias y que afecta a toda la entidad. La respuesta ante estos síntomas históricamente en Aguascalientes han sido reactivas: más policías, mayores penas, más mano dura, más tecnología. Medidas que quizás pueden dar resultados inmediatos, sin embargo, no resuelven el problema de fondo. ¡Qué alguien piense en los niños (y en los jóvenes)!
La seguridad de la población, pero sobretodo la integridad de los jóvenes de Aguascalientes no puede reducirse a un tema de “más policías y más castigos”. Los datos lo confirman: ciudades que han logrado reducir la violencia de forma sostenible lo hicieron atendiendo las causas estructurales del delito: la desigualdad, la falta de espacios públicos dignos y la ausencia de oportunidades para los jóvenes.
Políticas públicas de prevención: Invertir en oportunidades, no en rejas
Existen diversas políticas alrededor del mundo que han obtenido resultados palpables; el urbanismo social del entonces Alcalde, Sergio Fajardo en Medellín, Colombia. Que consistió en llevar la mejor arquitectura, educación y cultura a los barrios más pobres. Los Parques Bibliotecas fueron un eje central: modernos centros educativos y culturales construidos en las zonas más marginadas, equipados con bibliotecas, salas de internet, talleres y áreas verdes. Estos espacios no solo cambiaron el paisaje urbano, sino que devolvieron a los ciudadanos la dignidad y la esperanza.
Otro ejemplo extraordinario es la transformación de la Comuna 13, un barrio de Medellín que fue epicentro de violencia y narcotráfico. En lugar de solo aumentar la fuerza policial, las autoridades apostaron por el arte y la cultura como herramientas de cambio. Se promovieron murales, grafiti y talleres artísticos para los jóvenes. Lo que pasó después fue extraordinario: muchos de esos jóvenes que antes eran reclutados por bandas encontraron en el arte una forma de autoempleo. Hoy, la Comuna 13 es un referente de turismo comunitario, donde los mismos habitantes guían recorridos para mostrar su historia de resiliencia. La violencia no desapareció por completo, pero se redujo significativamente, demostrando que cuando se les da alternativas reales, las juventudes eligen la vida sobre el crimen.
Y por supuesto, tenemos que hablar del programa PILARES en la Ciudad de México, creado e implementado por la ahora Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, en su paso como Jefa de Gobierno.
El programa Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes (PILARES), implementado durante el gobierno de Claudia Sheinbaum (2018-2023), fue una apuesta audaz: llevar educación, tecnología y cultura a las zonas más marginadas de la CDMX, atender las causas. Su filosofía se basó en una idea simple pero poderosa: "Nadie elige el crimen si tiene alternativas reales".
Se construyeron más de 300 sedes en barrios con altos índices de violencia y pobreza, equipadas con aulas digitales, talleres de oficios, canchas deportivas y espacios culturales, con infraestructura digna y de alta calidad. En estos espacios se dan desde cursos de alfabetización digital hasta carreras técnicas en robótica o programación, con certificación oficial, todos estos de manera gratuita. También se brindad talleres productivos para fomentar el auto empleo, como la capacitación en panadería, costura, mecánica y otros oficios, vinculados a oportunidades y por supuesto el arte y el deporte, como danza, breakdance, boxeo, música y pintura, como herramientas para rescatar a jóvenes en riesgo.
Resultados concretos
- Más de 2 millones de beneficiarios (2023), con un impacto notable en mujeres y jóvenes.
- Reducción del 18% en delitos de alto impacto en zonas con PILARES (según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, 2022).
- Reconocimiento internacional: La ONU lo destacó como una "buena práctica para prevenir la violencia desde la raíz".
El éxito de PILARES radicó en entender que la seguridad no se construye con palos, sino con libros, empleos y espacios donde los jóvenes puedan soñar.
Muchos críticos argumentan que estos programas son "gastos" y no inversiones. Pero la realidad es que el dinero destinado a prevención ahorra recursos en seguridad y justicia penal. Un joven que encuentra en el boxeo, la música o el estudio una salida, es un joven que no será reclutado por el crimen organizado.
Países como Portugal, que despenalizó las drogas y enfocó sus esfuerzos en rehabilitación y reinserción social, lograron reducir adicciones y delitos. Ciudades como Medellín y programas como PILARES demuestran que la solución no está en más balas, sino en más libros, más canchas, más talleres.
Podemos decir con certeza que prevenir es más barato que lamentar.
La seguridad no se construye solo con policías y rejas, sino con oportunidades. Se debe entender que invertir en prevención es la estrategia que no se puede olvidar: reduce la violencia a largo plazo, fortalece el tejido social y, sobre todo, salva vidas.
Ejemplos como Medellín, la Comuna 13 y PILARES nos enseñan que cuando se le apuesta a la gente, los resultados llegan. Se debe dejar de criminalizar la pobreza y empezar a combatirla con educación, empleo y espacios dignos. Porque, al final, la mejor política de seguridad es aquella que evita que los jóvenes tengan que elegir entre un arma o un sueño. Lo único que necesita un joven para dejar la delincuencia es una oportunidad… y alguien que crea en él.