Sísifo | 31/07/2025 | 11:02
En Aguascalientes todo siempre parece estar “bien”. El empleo estable, el centro limpio, la gente tranquila y el PAN gobernando. Pero a veces, lo que parece estabilidad es solo quietud antes del colapso. Y 2027, con sus elecciones, promesas recicladas y fábricas tambaleantes, amenaza con romper la burbuja de orden que envuelve al estado como celofán electoral.
Empecemos por la bomba silenciosa: Nissan ya cerró su planta en Morelos. La noticia, lejos de provocar alarma, fue celebrada por algunos como si Aguascalientes acabara de ganar el Mundial. “¡Se vienen más empleos!”, dijeron con sonrisa de portada institucional. Pero no. Esto no es expansión, es repliegue elegante. Nissan no está creciendo: está achicando operaciones como quien ajusta el cinturón porque ya no le alcanza para el bufet.
La marca reducirá su número de plantas de 17 a 10 para el año 2027, lo que implica el cierre de siete instalaciones a nivel mundial. Como parte de esta reestructuración, la empresa despedirá aproximadamente a 20,000 empleados, lo que representa cerca del 15?% de su plantilla global. Estos recortes se sumarán a los 9,000 empleos ya eliminados en 2024, con lo que se alcanzará el total anunciado.
La marca japonesa enfrenta su propia batalla contra los titanes del futuro: las marcas chinas. Esas que fabrican autos eléctricos bonitos, baratos y sin quejarse del sindicato. Mientras tanto, Nissan va soltando lastre: cierra una planta aquí, concentra operaciones allá, cruza los dedos y espera que el tsunami chino no la arrastre por completo. ¿Y Aguascalientes? Pues baila al son que toque la armadora, aunque el DJ esté apagando las luces del antro.
Ahora bien, mientras Nissan mete reversa, en Palacio Nacional la 4T pisa el acelerador. Morena quiere Aguascalientes. No por amor al estado, sino por cálculo frío: es de los últimos bastiones azules que no se pintan de guinda, y eso en el tablero político duele.
Así que han comenzado el operativo: encuestas con resultados "milagrosos", operadores nacionales infiltrados en cafés locales, y discursos de “ahora sí vamos a gobernar bien”. Todo muy bonito... hasta que uno pregunta: ¿y con quién?
Porque esa es la gran tragedia: Morena quiere ganar, pero no tiene con quién hacerlo. Su baraja local parece sacada de un álbum de estampitas viejas. Ex priistas en modo redención, ex panistas buscando segunda oportunidad, ex perredistas con el traje arrugado. No hay rostros frescos, no hay ideas nuevas. Solo hay hambre... y presupuesto.
Y para colmo, quienes han usufructuado Morena en Aguascalientes no dejan entrar a nadie. El movimiento que prometía abrir las puertas al pueblo, hoy es un club cerrado con candado de oro: solo entran familiares, socios, parejas sentimentales y fieles súbditos. Cualquier ciudadano con ideas propias, criterio y ganas de participar es visto como una amenaza al pequeño feudo de los que se colgaron la medalla de fundadores.
Es una 4T obsesionada con ganar, pero aterrada de renovarse. Su militancia local parece más un sindicato de beneficiarios que una fuerza política. Cada intento de abrir el juego es respondido con desconfianza, exclusión o sabotaje. Así no se construye un proyecto. Así se cuida un botín.
Mientras tanto, el PAN sigue siendo lo que siempre ha sido en Aguascalientes: una maquinaria silenciosa, arrogante y convencida de que se gana solo. Hoy gobiernan con orden, sí. Pero sin emoción. Sin mensaje. Sin alma. Tere Jiménez, su figura más visible, coquetea con el salto a lo federal, y abajo de ella no hay nada. O peor: hay grises que no emocionan ni a sus propios equipos.
El PAN vive de la inercia. Cree que porque siempre ha ganado, siempre ganará. Como si el voto fuera herencia, no elección. Como si la gente no pudiera un día despertar con ganas de patear el tablero. Y cuidado: si la economía se sacude, si Nissan tiembla, si los empleos se van... hasta el votante más fiel se vuelve ateo.
Así que aquí estamos. Con Nissan recogiendo sus tiliches, con Morena buscando candidatos como quien busca aguacate barato, con el PAN viendo pasar las semanas desde su burbuja de privilegio, y con los empresarios jugando a ser oráculos de LinkedIn.
Aguascalientes 2027 será una elección sin épica, pero con mucho en juego. La 4T viene con hambre, aunque no tenga con quién. El PAN tiene la estructura, pero no el discurso. Y la economía tiene el mismo riesgo que una casa con cimientos agrietados: nadie lo ve hasta que colapsa.
Quien logre conectar con el miedo real —ese que crece cuando se pierde el empleo y no hay rumbo— será quien tenga la oportunidad de cambiar la historia. Aunque, con lo que hay en la baraja... lo más probable es que el estado termine eligiendo al menos aburrido. O al menos, el menos ridículo.
Hasta aquí subió la roca.