“Cualquiera que sea la doctrina histórica que se profese (y no soy de los que sueñan en perpetuaciones absurdas de la tradición indígena, y ni siquiera fío demasiado en perpetuaciones de la española), nos une con la raza de ayer, sin hablar de sangres, la comunidad del esfuerzo por domeñar nuestra naturaleza brava y fragosa; esfuerzo que es la base bruta de la historia.
Alfonso Reyes
Para el régimen fallido de la falsa transformación, sí, el gobierno federal de los setenta homicidios dolosos diarios, el de el desabasto de medicamentos, el del sistema de salud sin quimioterapias, el de las expropiaciones veladas y el de las narrativas fundacionales y adánicas, los Estados Unidos Mexicanos no son el país que gobiernan sino una extensión del imperio azteca y “sueñan” discursivamente con la desaparecida Venecia de América. El folclorista gobierno cambia nombres de calles, encuentra efemérides donde nunca las hubo y pretende incansablemente reelaborar el mito fundacional de su dictadura en ciernes y enviar sus raíces hasta la fundación de la ciudad azteca.
La presidente de México en pasados días declaró que: “…debemos entender que erradicar el racismo no es una opción, es una necesidad y una obligación para construir una sociedad justa, incluyente y digna para todas y para todos” y agregó que
"los gobiernos que tienen el valor de pedir perdón por las atrocidades del pasado que marcaron su historia, no se debilitan, se reconcilian consigo mismo y crecen con una libertad que solo otorga la verdad profunda”.
Alineada a la farsesca posición historicista de su desaparecido y escondido antecesor, la presidente aparentemente devuelve una posición de protagonismo a los pueblos originarios de este país. En este contexto y en el de los incontables yerros de afirmaciones que realizó la presidente, el lector debe mantenerse cauto y cuestionarse de manera simple y sencilla dónde vive, cuál idioma es su lengua materna y contar los años que lleva existiendo la frágil república mexicana.
La hipocresía de la falsa transformación día a día crece en cuanto discursos y acciones. La supuesta clase intelectual a sueldo que respalda a la falsa transformación se envuelve ante eventos como el de días anteriores en una bandera que sólo existe en sus mentes y en un país cuyos basamentos culturales reales deben causar ignominia. Por ende estos han de negarse y su vez buscar otros valores y establecer una “nueva” forma de ver el mundo desde esta latitud —según ellos—.
Francisco Ignacio Taibo II, Claudia Curiel de Icaza, Diego Prieto, Lucina Jiménez, Ana Francis Mor, Sabina Berman, entre muchos otros falsos ideólogos del amorfo movimiento dictatorial sueñan con Tenochtitlán, con Mictlán y vaya usted saber con qué otra “arcadia” autóctona, según su conveniencia, pero a tales lugares su acceso estaría vedado porque, de entrada, ninguno de ellos ha pronunciado un solo vocablo en náhuatl, purépecha, mixteco o maya.
Por otro lado, las reformas constitucionales demagógicas en detrimento de los pueblos originarios no han dado solución alguna a sus problemas estructurales. Lo relevante para los soñadores de la transformación es la animación artística, la simulación y la fotografía y después desentenderse de estos pueblos y comunidades.
Asimismo, hay que recordarles a los folcloristas oficialistas, que en tanto 128 millones de personas no asuman otra lengua de comunicación que no sea el español será algo complicado reescribir cualquier clase de historia política nacional.
El único perdón que demanda la sociedad mexicana en sus diversos estratos es el de la ineficacia y la ineptitud de un gobierno que claudicó en garantizar la seguridad a sus gobernados y en brindar condiciones básicas de desarrollo. La hispanidad es un lazo de unión entre los mexicanos y no hay un México que pueda entenderse sin la lengua de de la Vera Cruz, de Sigüenza y Góngora, de Basalenque, de Clavijero, de Alegre y de muchos otros personajes que edificaron con su intelecto este país.
Finalmente, la grieta no existe —aunque se aferraron a causarla—-, nación sólo hay una, misma que es pluricultural y una síntesis de tantas visiones del mundo como de lenguas y de convicciones. La mexicanidad no fenecerá.
Bismarck Izquierdo Rodríguez
Secretario de Cultura del CEN del PRI
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