La oposición, emocionada con su propia desaparición, sigue con entusiasmo la ruta de la grenetina: desdibujarse, diluirse… y presumirlo. Ahora con una alcaldesa tiktokera, más pendiente del aro de luz que del alumbrado público. Bien dicen que cuando uno no aprende la lección, la vida te la repite. Y en este caso, la vida política se está ensañando con una oposición extraviada, cuyo acto más resonante fue retirar un par de estatuas del Che y de Fidel. Porque claro, nada más urgente en una alcaldía plagada de necesidades y rezagos.
Pero como resolver los problemas reales no da likes, pues se opta por el show. Al estilo de Javi Noble: “¡Se me ocurrió una idea millonaria!”. Pum: a provocar a la jauría mediática de la 4T, y cómo no, mordieron el anzuelo. Ahí tiene usted miles de minutos de atención nacional invertidos en un tema trasnochado, simbólico y completamente irrelevante para el día a día de los vecinos de Cuauhtémoc.
Mientras tanto, la alcaldía sigue con baches como cráteres lunares, ambulantes adueñados de las aceras, franeleros como plaga urbana, prostitución en vía pública, calles mal iluminadas, inseguridad en aumento y una red de drenaje tan obsoleta como la izquierda que idolatra bustos de bronce. Pero no, lo importante es distraerse con las estatuas de unos personajes cada vez menos relevantes para la narrativa popis de una izquierda sin lecturas, y de paso posicionarse para la guerra del 2027. Porque lo que no se resuelve, se graba; y lo que no se piensa, se actúa en vivo.
Y bueno, siguiendo la ruta gelatinosa de la grenetina, ahí van... hasta que no pierdan el registro por falta de afiliados o por no alcanzar el porcentaje mínimo de votación. A ese paso van.
Y en temas locales, las sanguijuelas políticas se pintan de amarillo bilis. Esas rémoras que le han salido carísimas de París a la gobernadora. Un PRD en agonía que sobrevive del presupuesto, simulando fuerza con desplantes mediáticos para ocultar el lastre que representa para el gobierno de Tere Jiménez. Y lo que nos está costando a los hidrocálidos su agandalle filibustero del ICA y de todo lo que huela a cultura en el estado no es menor. Para muestra: en 2025, el Instituto Cultural de Aguascalientes ejerce más de 300 millones de pesos de presupuesto. ¿Quién supervisa ese gasto? Nadie. ¿Quién se lo reparte? Los de siempre.
Ahora, el cinicazo de siempre —ese que presume de mover el pandero en el Congresito local— se crece. Engomado, operado y con nombre de película erótica ochentera, anda insoportable, según sus cercanos. Presume que mueve a los diputados panuchos como si fueran becarios del Ejecutivo y se da vuelo proponiendo ahora aumentar el número de plurinominales. ¿Más diputados? ¿Para qué? ¿Para seguir metiendo aviadores de lujo?
Porque sí, mantener a nuestros 27 diputados locales nos cuesta a los hidrocálidos más de 250 millones de pesos al año, entre sueldos, dietas, apoyos y "gestión social". Cada uno recibe en promedio más de 400 mil pesos mensuales. Todo por levantar la mano cuando llega la instrucción desde Palacio Mayor. Si estos son los que quieren más curules, que Dios nos agarre confesados.
Aprovechando la avidez presupuestal de estos aviadores VIP, sería buen momento para revisar con lupa las compensaciones, los fondos discrecionales y los moches disfrazados de gestión. Porque si el Congreso va a seguir siendo una oficina de trámites del Ejecutivo, al menos que nos salga más barato.
En fin… entre cinicazos, bustos y tiktoks, se nos va la semana. Vámonos de asueto un par de días, que también se ocupa. Total, el país sigue aunque sus políticos anden en modo contenido viral.
Hasta aquí subió la roca.