El pequeño pueblo belga de Boom, de menos de 20.000 habitantes, recibe cada año a más de 400.000 personas en un sólo dos fines de semana para asistir a Tomorrowland, conocido como el mayor festival de música electrónica del mundo.
La organización estima que se pueden contar unas 200 nacionalidades diferentes entre las personas que viajan a Bélgica para vivir la experiencia de Tomorrowland, dónde múltiples escenarios con decoraciones simulan un mundo de magia y fantasía.
Este año, además, hay otro aliciente que tiene a los asistentes aún más expectantes antes de cruzar la puerta de entrada.
El pasado miércoles, a dos días de su inauguración, un incendio destruyó el principal escenario del festival obligando a los organizadores a sopesar la difícil decisión de seguir adelante o no con el programa.
Finalmente, este viernes Tomorrowland anunció que abriría sus puertas con acceso a todo el recinto tras instalar a contrarreloj un nuevo escenario frente al esqueleto destruido del escenario original.
“Realmente sólo quiero entrar y ver la locura de cómo hicieron todo esto en casi 24 horas”, dijo a EFE Ahmad, mientras se dirigía a la entrada del recinto acompañado de un grupo de amigos provenientes de Canadá, Arabia Saudí y Baréin.
Ahmad y su grupo dijeron sentirse “muy decepcionados” al oír que se había quemado el escenario principal. Sin embargo, aseguraron estar “impresionados” con la rapidez con la que se ha encontrado una solución.
“Eso es honestamente mucho más grande que cualquier escenario que nos podrían haber dado”, añadió Ahmad.
Desfilando hacia el primer control de pulseras que acreditan la entrada al festival y entre grupos de gente vestida con ropa veraniega, disfraces y mucha purpurina, se encuentran Shivani y Dev.
Ambos aterrizaron el miércoles desde la India para asistir al festival y fue entonces cuando leyeron sobre el incendio.
“Acabamos de llegar y recibimos la noticia”, dijeron, añadiendo que se sintieron tristes pero que ahora estaban “impacientes” por ver el nuevo escenario.
Para Maurice, un belga de 65 años que ya ha asistido otras cuatro veces al festival, no ha sido una gran sorpresa que Tomorrowland sacara el festival adelante.
“Estaba bastante seguro de que continuaría porque no pueden devolver a toda la gente a sus casas”, dijo antes de entrar al recinto junto a su hermana.
Además, según señaló el belga, lo ocurrido hará que la gente “empatice” con los organizadores y “aprecie” más el esfuerzo que han hecho.
“No me gusta esta música para nada. Pero cuando estoy dentro, yo también empiezo a saltar porque es contagioso”, dijo impaciente.
También es un momento importante para los negocios del tranquilo pueblo.
“Empezamos a las 12:30 de la mañana y estamos abiertos hasta las dos de la madrugada”, indicó Zihao, un joven empleado en un pequeño establecimiento de comida rápida a las afueras del recinto del festival dónde se venden las clásicas patatas fritas belgas.
Los clientes “son amables”, añade, “pero por la noche, cuando beben mucho allí, se vuelven un poco demasiado activos y siempre hay demasiado ajetreo. Así que no tenemos mucha paciencia para tratar con todo el mundo, pero hacemos lo que podemos”.
Tras siete años sirviendo comida a los asistentes de Tomorrowland, Zihao señaló que el festival “es algo muy bueno” que “aporta mucho dinero y nos ayuda a construir muchas cosas que ayudan a nuestra comunidad".
Este año, el festival publicitó una nueva ambientación simulando un mundo onírico de hielo en sus 16 escenarios, por los que está anunciado que pasen, según la programación, Martin Garrix, considerado una de las mayores estrellas de la música dance; Solomun, también conocido como el rey de la 'afterparty', o el archiconocido David Guetta, entre otros muchos artistas de una larga lista.
Creado en 2005 por los hermanos Beers, quienes aún son los únicos dueños de su proyecto a través de su empresa We Are One World, Tomorrowland creó el concepto de festival como una "experiencia total" con la máxima comodidad.
Cada año, todas las entradas se agotan antes incluso de anunciar el cartel, con precios que van desde 310 euros hasta 535, y eso sin contar el 'camping' ni el avión.
En 2017 sucedió un suceso similar al de este miércoles cuando se incendió el escenario principal de Tomorrowland en Barcelona y tuvieron que ser evacuadas más de 20.000 personas.