Directa o indirectamente, hoy no poca de nuestra vida cotidiana en México tiene que ver con el mundo de las drogas. Para dar un ejemplo, el antropólogo Claudio Lomnitz se refiere a todo un estado, Zacatecas, como una “zona del silencio” precisamente por razones asociadas a éstas.
Alfred Marshall, uno de los primeros economistas modernos, acuñó una de mis definiciones favoritas de Economía: un estudio del hombre en su vida cotidiana. Así, conocer algo sobre la Economía de las drogas, llamada por el periodista inglés Tom Wainwright Narconomía, debería ser bueno para todos, empezando porque puede elevar nuestro alfabetismo económico. Y sólo para motivar nuestro análisis, empecemos con numeralia: el margen de ganancias de los cárteles de las drogas puede rebasar el 6,000% (¡Sí, seis mil porciento!).
Un amigo es maestro de Toma de Decisiones en una maestría de Administración de Empresas en la Universidad Nacional Autónoma de México. El proyecto final para su curso consiste en que los estudiantes armen un plan de negocios en torno a una receta de cocina. Ya por varios años mi amigo me ha invitado como crítico económico de los proyectos.Ha sido triste darme cuenta de primera mano de que algo que a los economistas nos gustaría creer que es casi sentido común, las nociones de oferta y demanda, están lejos de ser familiares incluso para estudiantes universitarios de posgrado.
Al momento de explicar cómo elegirían el precio, por ejemplo, suelen decir que les gustaría cierto margen de ganancias. Entonces, cuando les pregunto cómo saben si la gente estaría dispuesta a pagar eso, además de decir que no lo saben, reconocen que no habían pensado en eso. Esto es como si ignoraran que los mercados son sitios de interacción entre vendedores y compradores: ¡Analfabetismo económico total!
Es una hipótesis mía que la dominancia de los supermercados y tiendas de conveniencia en el comercio al menudeo en las ciudades explica en parte el analfabetismo anterior. A diferencia de cuando, hace muchos años, yo acompañaba a mis abuelitas al mercado en sus barrios en Aguascalientes, en nuestros supermercados y tiendas de conveniencia los precios parecen como inamovibles, parece que no hay ningún espacio para negociar(ciertamente no se puede negociar con los cajeros, menos si son automáticos). Lo anterior no sólo puede atrofiar nuestras capacidades de negociación. Peor aún, puede deteriorar nuestro entendimiento de cómo funciona nuestro mundo social, acabando así con el economista que todos llevamos dentro. Lo anterior con todo tipo de efectos negativos como, por ejemplo y regresando a la Narconomía de Wainwright, algunos errores de política serios que suelen caracterizar a las luchas contra las drogas alrededor del mundo, con enormes pérdidas no sólo materiales, sino además, y más importante, en términos de vidas humanas. Empezaremos precisamente nuestra serie de clases de Narconomía con un supermercado.
Literalmente Wainwright compara a los cárteles de las drogas con Walmart en varios sentidos. Por limitaciones de espacio, en este artículo, el primero de la serie, vamos a enfocarnos en el carácter monopsónico de ambos.
Empecemos por el principio. En Economía, un cárteles una asociación de unos cuantos vendedores en un mercado con varios compradores. Un monopsonio, por otro lado, es un comprador en un mercado con varios vendedores. No sorpresivamente, en el primer caso el vendedor tiene un poder de negociación enorme sobre el comprador. En el segundo caso, se invierten los roles.
El lema de Walmart, al menos en México y EUA, es “precios bajos siempre”. Además, parte de su estrategia consiste en exprimir con fuerza a sus numerosos proveedores y ofrecer a sus clientes precios razonablemente estables. A juzgar por los éxitos de Walmart, la estrategia anteriores, bueno, exitosa.
Wainwright argumenta que los narcotraficantes parecen haber sido entrenados en este supermercado. Por un lado, el precio de las drogas es estable. Y el siguiente dato dice mucho sobre la relación de los cárteles con sus proveedores, numerosos agricultores no poco sen Latinoamérica: en 2016, el precio al mayoreo de la marihuana era 8 centavos de dólar por gramo, que se podía vender en la Ciudad de México y en EUA a 3 y 5 dólares, respectivamente: los productores sólo reciben entre 2 y 3% de los ingresos por la venta de esta droga.
¿Cómo es posible la desigualdad anterior en el lado de la oferta del mercado de las drogas? La respuesta a esta pregunta tiene serias implicaciones de política: ¡No es fácil resistir el canto de las sirenas del narcotráfico!
En los siguientes artículos daremos más detalles sobre el fascinante, y terrorífico, mercado de las drogas, y aprovecharemos, de paso, para compartir con el lector no-economista algod el conocimiento de la no menos fascinante, pero no terrorífica, disciplina académica de la Economía.