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Cómo aplacar el estrés y la ansiedad de una mudanza

EFE | 09/07/2025 | 14:56

Muchas personas, y más en verano, se ven obligadas a cambiar de casa por distintas circunstancias como una subida de alquiler que los inquilinos no pueden afrontar o porque el casero va a vender la casa, o va a volver a vivir en ella. Son situaciones que pueden generar, además del estrés propio de trasladarse de domicilio, la ansiedad de no saber cómo afrontar la situación sobrevenida.
 
La doctora en psicología de la Universidad Europea Mariola Fernández afirma a EFEsalud que hay que distinguir entre ese tipo de mudanza inesperada de la que está programada y ya se sabe con tiempo de antelación, en la que el estrés existe pero está “mucho más regulado”.
 
Ansiedad por una mudanza inesperada
 
El problema está, afirma la psicóloga, cuando surge un cambio de paradigma en nuestra vida, porque hay que mudarse de forma inesperada. Es cuando el estrés “se incrementa notablemente”, pero no solo eso, también puede aparecer la ansiedad. Se trata de una situación que no se puede controlar en el momento, y puede ocurrir que no se tengan recursos para afrontar un cambio de domicilio.
 
“Nuestro organismo empieza a activar el estado ansiógeno y si es mantenido en el tiempo, podemos decir que es por el análisis de esta situación, porque no está controlada”, afirma Fernández, quien subraya que hay que distinguir entre el estrés normal que puede provocar una mudanza y la ansiedad que generan estas situaciones más comprometidas.
 
Cuando la mudanza es programada
 
Para afrontar una mudanza programada, que hemos organizado con tiempo, y que, en ocasiones, incluso se aprovecha el parón vacacional para hacerla, “el mejor consejo es la relajación”, sobre todo en el aspecto físico, que es el que se va a atender. De forma que planifiquemos el tiempo que tenemos, si hace calor, si tenemos ayuda, o si pararemos para picar algo, entre otras cosas.
 
“El consejo va a estar orientado a esta parte física, a dejarla descansar. Ponernos una canción alegre, contar un chiste, hacer paradas en intervalos más frecuentes en lugar de una parada larga, o sea, que sean frecuentes pero más cortas y así nos permiten relajar nuestro organismo”, señala la psicóloga.
 
Y cuando es sobrevenida
 
En el caso de la mudanza que se tiene que hacer de forma sobrevenida, que la persona no espera, es la mente “la que empieza a navegar” porque ya no solo es el esfuerzo físico, sino que también analizamos lo que acaba de suceder y en ese momento la situación se puede ver como catastrófica.
 
La relajación en estos casos es también muy importante, con una respiración diafragmática más orientada a mantener la calma, para poder pensar en función de lo que ocurre y tomar decisiones ante un problema que hay que afrontar.
 
“Nuestro cerebro está dividido en un espacio más primario y otro más desarrollado, pues la mente en el espacio desarrollado solo va a funcionar cuando la parte primaria está en situación de relajación, entonces hay que mirarlo como un paso intermedio, pero no es un fin en sí mismo”, explica la psicóloga.
 
Y es un paso intermedio porque el fin último en estas ocasiones es tomar decisiones, y al ver “el cielo abierto” la calma llega.
 
“El problema es el impacto inicial que recibe la persona que se ve desvalida, que se ve sin oportunidad de solucionar ese problema. Pero en la medida en la que se puede analizar esa opción u opciones, digamos que nos permitimos volver a reevaluar lo que ha pasado”, afirma.
 
En una mudanza programada, en cambio, no ocurren estos dilemas porque ya se sabe lo que va a ocurrir, cuando viene el camión de la mudanza y cómo es la casa, entre otras cosas.
 
Invasión de cajas: filosofía y priorizar
 
Una vez que se ha completado la mudanza y el nuevo hogar está invadido por las cajas, la palabra clave que debe regir nuestro proceder es “filosofía” y no pretender hacerlo todo en poco tiempo.
 
Hay que pensar en que es lo prioritario, aconseja Fernández, e ir de más a menos necesario.
 
“Es menos prioritario en un salón poner un jarrón que colocar los utensilios de la cocina, que son más urgentes de colocar, porque tenemos que comer sí o sí; o los del cuarto de baño, que también son una prioridad. Nos vamos a higienizar sí o sí”, recomienda la psicóloga.
 
De esta forma, lo aconsejable es escoger los espacios de la casa que se necesitan usar de forma más inminente.
 
Por eso, aboga por que se coloquen en cada habitación las cajas que sean de uso inminente, pero no cargar las estancias con 20 o 25 cajas en cada una, solo las que se vayan a abrir en ese momento, porque si no, se va a tener la sensación de que no se avanza nada en la mudanza.
 
“En cuanto tú ya puedes lavarte los dientes y tomar tu primera ducha, ya estás avanzando. Lo ideal sería tener un espacio común y a partir de ahí, ir distribuyendo siempre desde urgente e importante, a menos urgente, porque al final todo es importante, sin duda, pero no urge tanto el jarrón como el cepillo de dientes”, reflexiona la experta.
 
Deshacernos de lo que no sirve
 
La mudanza es también una oportunidad para deshacernos de cosas que en realidad ya no sirven y no utilizamos. No obstante, hay personas a las que les cuesta hacerlo y se resisten a desprenderse de ellas.
 
La experta sostiene que hay que valorar si el objeto forma parte verdaderamente de nuestro día, como una foto que tenemos en el aparador, de otra cosa que está guardada en un cajón y de la que no nos acordamos.
 
“Es el momento de sentarse, hacer una lista y pensar qué va a ser un compañero o compañera de viaje y qué realmente es una carga en la mochila. Para despedirte de esos recuerdos, teniendo un carácter afectivo, es bueno hacer una especie de cierre, de ritual”, plantea Fernández.
 
Un ritual para despedirnos de todo aquello que supone esa carga en la mochila, que no está presente en el día a día. En el caso de que haya un valor sentimental, hay que pensar también que con el tiempo si son cosas que no se usan o no se consultan, se las va perdiendo el afecto.
 
“De lo que se trata es de no llegar a desarrollar un diógenes. Hay cosas que hay que dejar en el camino. Yo voto por la despedida a través de rituales de cierre y seguir y seguir avanzando”, apunta la psicóloga de la Universidad Europea.