Enfermedades como el dengue, el zika, la fiebre hemorrágica Crimea-Congo o Lyme se han extendido por España durante los últimos años a raíz del aumento de transmisores como mosquitos y garrapatas, que transportan patógenos procedentes de virus y bacterias. Las consecuencias pueden ser graves para las personas.
El pasado día 6 fue el Día Mundial de las Zoonosis, por lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) llamó la atención sobre esta amenaza que, si bien en España está por lo general controlada, según Jorge Galván, director de la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA), “plantea como principal problema el potencial pandémico”.
Mosquito, el animal más letal del planeta
Según datos de la OMS, el 70 % de las enfermedades infecciosas emergentes en humanos son originadas por los animales (parásitos, pero también aves, gatos u otros), lo que lleva a ANECPLA a lanzar un “llamamiento urgente” para reforzar las estrategias de vigilancia, control y prevención de estas patologías.
Como ejemplo, el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) contabilizó en 2024 un total de 150 casos de infecciones humanas del virus del Nilo Occidental, sobre todo en países del sur y este del Viejo Continente.
“En el caso del mosquito, sabemos que es el animal más letal del planeta”, recuerda Galván.
En cuanto a la garrapata, su picadura “puede transmitir graves enfermedades”, lo que requiere un control cada vez más exhaustivo de su presencia.
Más zoonosis
El aumento de las temperaturas y la humedad favorecen la expansión de transmisores de enfermedades.
La vinculación de la fauna salvaje con los animales domésticos y las personas también influye en el incremento de la zoonosis, afirma Héctor Palatsi, presidente del Colegio de Veterinarios de Teruel.
“Si no hay salud ambiental, no habrá salud ni humana ni animal”, asevera. “Todos estamos relacionados”, añade.
Por ello, se creó la iniciativa ‘One Health’ (Una sola salud) con el objetivo de lograr mejores resultados de las políticas públicas en salud, que se defiendan “las acciones preventivas, que siempre van a ser mejores que los tratamientos curativos”, dice Galván.
La historia de Gema
Gema Álvarez, habitante de la localidad leonesa de Santa María del Páramo, está afectada por la picadura de uno de estos artrópodos.
Sufre las consecuencias de la enfermedad de Lyme, transmitida en 2007, aunque no consiguió un diagnóstico claro hasta finales de 2012 tras pasar por varios especialistas que no encontraban la causa de sus síntomas.
“Me costaba caminar, levantarme para ir a trabajar. Me quedé paralizada varias veces y tenía unos dolores terribles, no podía ni cruzar las piernas”, cuenta Álvarez, de 52 años de edad, quien tras “casi seis años horribles”, recibió un tratamiento que le permitió aliviar su dolencia.
Sin embargo, hace dos años su estado de salud empeoró con presencia de “mucha fatiga, cansancio, problemas digestivos…” y la confirmación de una enfermedad que se ha convertido en crónica y le ha llevado a una baja laboral.