A continuación, repasamos cuáles son los síntomas de la enfermedad de Kawasaki, sus causas y posibles complicaciones.
Síntomas de la enfermedad de Kawasaki
Según la Clínica Mayo, la enfermedad de Kawasaki suele manifestarse con fiebre alta, superior a los 39 grados, y persiste durante al menos cinco días. A este síntoma se suman, al menos, cuatro de los siguientes signos clínicos:
Erupción en el tronco o en la zona genital.
Inflamación de un ganglio linfático en el cuello.
Ojos enrojecidos sin secreción purulenta.
Labios secos, agrietados y enrojecidos; lengua inflamada de color rojo intenso.
Enrojecimiento e hinchazón en palmas y plantas, seguido de descamación de la piel en dedos de manos y pies.
Estos síntomas no siempre aparecen al mismo tiempo, por lo que es importante informar al personal sanitario incluso si alguno ya ha desaparecido.
También pueden presentarse otros signos como dolor abdominal, diarrea, vómitos, molestias articulares e inquietud.
En algunos casos, según la Clínica Mayo, los menores presentan fiebre prolongada con menos de cuatro de los síntomas principales, situación que se conoce como enfermedad de Kawasaki incompleta, que igualmente requiere tratamiento precoz para evitar afectaciones cardíacas.
Causas y factores de riesgo
El origen de la enfermedad de Kawasaki aún es desconocido. No se considera contagiosa, pero podría estar relacionada con una respuesta inmunitaria a una infección viral o bacteriana, o con factores ambientales. También existen indicios de predisposición genética.
Según la Clínica Mayo, los principales factores de riesgo son:
Edad: afecta con mayor frecuencia a menores de cinco años.
Sexo: los niños tienen una incidencia ligeramente mayor.
Origen étnico: es más común en menores de ascendencia asiática o de las islas del Pacífico.
La enfermedad presenta una mayor incidencia durante el invierno y principios de primavera, especialmente en regiones con climas templados.
Complicaciones posibles
La enfermedad de Kawasaki es una de las causas principales de cardiopatía adquirida en la infancia en países desarrollados. Con un diagnóstico temprano y tratamiento adecuado, la Clínica Mayo asegura que la mayoría de los menores se recupera sin secuelas.
Entre las complicaciones más graves se encuentran:
Inflamación de los vasos sanguíneos (vasculitis), sobre todo en las arterias coronarias.
Miocarditis (inflamación del músculo cardíaco).
Problemas en las válvulas del corazón.
Una inflamación severa puede derivar en aneurismas coronarios, que aumentan el riesgo de coágulos, infarto o hemorragias internas. En casos excepcionales, las alteraciones cardíacas derivadas de la enfermedad pueden tener desenlace fatal.