Martes 8 de Julio de 2025 | Aguascalientes.

INTERSECCIONES EN CLAVE DE GÉNERO

Gwendolyne Negrete Sánchez | 07/07/2025 | 11:42

 El Centro Comercial Agropecuario: Cuando el crimen organizado golpea diferente
 
El Centro Comercial Agropecuario de Aguascalientes, ese corazón económico donde convergen productores, comerciantes y familias enteras que han construido su sustento durante generaciones, enfrenta hoy una realidad que trasciende la mera estadística criminal. El cobro de piso, el narcomenudeo y las apuestas clandestinas no son fenómenos neutrales: impactan de manera diferenciada a hombres y mujeres, y es precisamente en esta diferenciación donde debemos poner la lupa para entender la verdadera dimensión del problema.
 
El rostro invisible de la violencia económica
 
Cuando hablamos de cobro de piso, solemos imaginar la extorsión directa al propietario del negocio, generalmente masculinizado en nuestro imaginario colectivo. Sin embargo, la realidad del Centro Comercial Agropecuario nos muestra un panorama más complejo. Las mujeres que trabajan en estos espacios —ya sea como propietarias, empleadas o comerciantes informales— enfrentan una vulnerabilidad específica que se potencia por su condición de género.
 
Las comerciantes que venden productos agrícolas, alimentos preparados o artesanías, muchas de ellas madres solteras o mujeres adultas mayores, se convierten en blancos fáciles para las redes criminales. Su negociación con los extorsionadores no solo involucra dinero, sino que frecuentemente incluye componentes de violencia sexual implícita o explícita. La amenaza no se limita al patrimonio; se extiende a su integridad física y a la de sus familias.
 
El narcomenudeo: cuando el territorio se feminiza
 
El narcomenudeo en el Centro Comercial Agropecuario ha encontrado en las mujeres tanto víctimas como vectores involuntarios de expansión. Las madres de familia que acuden a hacer sus compras con hijos menores se convierten en testigos silenciosas de transacciones que prefieren no ver, por miedo a represalias. Pero más preocupante aún es la captación de mujeres jóvenes y adolescentes para tareas de distribución, aprovechando estereotipos de género que las hacen “menos sospechosas” ante las autoridades.
 
La feminización de la pobreza en nuestra región hace que muchas mujeres vean en estas actividades una salida económica rápida, sin dimensionar que se convierten en eslabones desechables de cadenas criminales que las exponen a violencias múltiples: la del Estado cuando son criminalizadas, la de los grupos rivales cuando hay disputas territoriales, y la de sus propios “empleadores” cuando no cumplen con las expectativas.
 
 Las apuestas: el anzuelo de la desesperación
 
Las casas de apuestas clandestinas que proliferan en los alrededores del Centro Comercial Agropecuario han identificado en las mujeres un nicho de mercado específico. La precariedad económica, combinada con la responsabilidad familiar que culturalmente recae sobre ellas, las convierte en presas fáciles de la ludopatía. La promesa de ganar “el dinero para los gastos de la casa” o “para los útiles escolares de los niños” engancha a mujeres que ven en el juego una salida mágica a sus problemas económicos.
 
El impacto no se limita a la pérdida monetaria. Estas mujeres enfrentan después la violencia doméstica cuando sus parejas descubren las deudas, la desintegración familiar cuando los recursos del hogar se dilapidan, y la estigmatización social cuando son señaladas como “malas madres” o “irresponsables”.
 
La respuesta institucional: ciega al género
 
Las políticas públicas de seguridad en Aguascalientes han abordado la problemática del Centro Comercial Agropecuario desde una perspectiva tradicionalmente masculina: más patrullajes, operativos policiales, detenciones. Sin embargo, estas medidas no consideran las vulnerabilidades específicas de las mujeres ni las formas diferenciadas en que el crimen organizado las afecta.
 
No existe, por ejemplo, un protocolo específico para atender a mujeres víctimas de extorsión que incluya la violencia de género como componente. No hay programas de prevención que consideren la feminización de la pobreza como factor de riesgo para el reclutamiento criminal. No se han diseñado estrategias de protección para las mujeres que denuncian actividades criminales, tomando en cuenta que enfrentan riesgos diferentes a los de los hombres.
 
Hacia una seguridad con perspectiva de género
 
La crisis de seguridad en el Centro Comercial Agropecuario no se resolverá únicamente con más presencia policial o con operativos espectaculares. Requiere un enfoque integral que reconozca las intersecciones entre género, clase social y territorio. Necesitamos políticas públicas que protejan específicamente a las mujeres comerciantes, que ofrezcan alternativas económicas reales a quienes están en riesgo de ser cooptadas por el crimen organizado, y que aborden la violencia de género como un componente inseparable de la violencia criminal.
 
Es urgente que las autoridades locales y estatales entiendan que cuando el crimen organizado se asienta en un territorio, no lo hace de manera neutra. Las mujeres pagan un precio diferenciado, y mientras no reconozcamos esta realidad, nuestras respuestas seguirán siendo insuficientes e ineficaces.
 
El Centro Comercial Agropecuario puede ser recuperado para la comunidad, pero solo si somos capaces de ver todas las violencias que ahí convergen, especialmente aquellas que han permanecido invisibles en los análisis tradicionales de seguridad. La perspectiva de género no es un añadido opcional en el diseño de políticas públicas; es una herramienta fundamental para entender la complejidad de los fenómenos criminales y para diseñar respuestas verdaderamente efectivas.
 
Gwendolyne Negrete Sánchez es integrante de la Red Internacional de Politólogas, especialista en género y políticas públicas.