Martes 8 de Julio de 2025 | Aguascalientes.

No es Claudia… es México

Ricardo Heredia Duarte | 07/07/2025 | 11:31

Donald Trump ha vuelto al escenario con una amenaza directa, no solo contra los migrantes, sino contra los pilares mismos del Estado de derecho. Su propuesta del Big Beautiful Bill, el “garrote” que le permitirá expulsiones masivas sin proceso judicial, pretende legalizar la arbitrariedad y convertir a Estados Unidos en un Estado fortaleza. Detrás de la retórica nacionalista hay una lógica de guerra civil fría, donde eliminar la disidencia, la diversidad y todo lo que no encaje en su visión excluyente del mundo será su prioridad.
Al menos cinco millones de mexicanos serían afectados. Y mientras eso ocurre en EE. UU., en México seguimos atrapados entre el ruido interno, la negación de los problemas estructurales y una clase política más preocupada por narrarse que por corregirse.
La llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia representó un momento histórico. Primera mujer en encabezar el Ejecutivo, científica de formación, con trayectoria sólida en la academia y la gestión pública, su ascenso abrió la posibilidad de un ejercicio de gobierno menos visceral, más técnico. Sin embargo, en sus primeras señales, esa esperanza parece postergada. ¿Ha optado, por ahora, por custodiar la narrativa de su antecesor más que por construir la propia? El llamado “segundo piso” de la Cuarta Transformación corre el riesgo de convertirse en una prolongación mecánica del primero.
Y sería un error reducir esta advertencia a un juicio contra la Dra. Claudia. No es ella sola quien carga con la tarea de repensar el país. Lo que está en juego es el futuro de nuestra nación, su soberanía, su lugar en el mundo, su capacidad de responder a los desafíos globales con visión de Estado y no con improvisación o consignas.
Porque mientras Trump afila sus instrumentos de exclusión y otros actores como China o Silicon Valley rediseñan el tablero internacional, aquí seguimos discutiendo entre simulacros parlamentarios y guerras de TikTok. La educación pública se diluye entre reformas inconexas; la seguridad se normaliza como tema de segundo plano; la política migratoria sigue siendo una oficina administrativa y no un eje estratégico de defensa nacional.
Claudia Sheinbaum tiene los elementos para romper esa inercia. No es una figura improvisada.Su experiencia internacional debe traducirse en una política exterior más firme, más activa. Y su legitimidad de origen le da margen para trazar un proyecto propio, con visión de largo plazo.
Y más allá de ella, ¿dónde están los secretarios de Estado con visión de país? ¿Dónde los gobernadores dispuestos a defender el pacto federal? ¿Dónde los legisladores que deberían representar al pueblo y no a sus seguidores virtuales? En su mayoría, ocupados en agendas de entretenimiento político, cuando el mundo exige liderazgo y estrategia.
La amenaza Trump es real. No solo para los migrantes, sino como síntoma de una crisis mayor; el regreso del populismo punitivo, el autoritarismo disfrazado de orden, la cancelación del pensamiento crítico. Y si México no articula una respuesta institucional, terminaremos otra vez llegando tarde, reaccionando cuando ya no hay margen de maniobra.
No es momento de ser espectadores. La historia no espera. México necesita menos retórica y más Estado; menos culto al ego y más instituciones. Si queremos que nos respeten afuera, empecemos por gobernarnos con seriedad adentro, no con esos performances de megáfono y ataúdes en el Congreso y en el Senado.
Porque si esta vez volvemos a desperdiciar la oportunidad, no será Claudia la que habrá fallado. Será México.
Y mientras la oposición sigue extraviada, sin brújula ni proyecto, peleando por “likes” y no por ideas, el país se debate entre el pasado que ya fue y un futuro que no estamos construyendo.
Y creemos que basta con que la comunicación oficial en los estados se limite a maquillar la realidad con spots y palabrería, mientras una parte de la prensa oscila entre el miedo, la comodidad o el cheque. Pero el país se nos va entre pantallas, “juasaps” y silencios. Y lo que no se nombra, tampoco se corrige.
 
Es tanto…
 
“Una casa dividida contra sí misma no puede perdurar.
No espero que la Unión se disuelva, no espero que la casa se derrumbe, pero sí espero que deje de estar dividida.
Será toda una cosa o toda otra…”
 
—Abraham Lincoln