Domingo 17 de Agosto de 2025 | Aguascalientes.

CÓMO LA CRISIS DEL AGUA REDIBUJA EL MAPA AGROALIMENTARIO DE AMÉRICA DEL NORTE

Dr. José Antonio Quintero Contreras | 03/07/2025 | 11:19

En pleno 2025, el agua se ha convertido en el nuevo factor geoestratégico que está transformando el rostro agroalimentario de América del Norte. La escasez de recursos hídricos, provocada por el cambio climático, la sobreexplotación de acuíferos y la ineficiencia en el uso del agua, está obligando a replantear qué, dónde y cómo se cultiva en los territorios de México, Estados Unidos y Canadá.

Desde las cuencas del suroeste estadounidense hasta las planicies agrícolas del norte mexicano, la presión hídrica no solo compromete la producción de alimentos, sino que amenaza directamente la seguridad alimentaria de más de 500 millones de personas.

La urgencia de una crisis invisible

Un estudio de la NASA publicado en 2025 revela que la cuenca del río Colorado ha perdido el equivalente a 42 mil millones de metros cúbicos de agua subterránea en las últimas dos décadas, lo que representa una grave amenaza para una región que depende de esa fuente para abastecer a más de 40 millones de personas y millones de hectáreas agrícolas en Estados Unidos y el norte de México.

En el caso de California y Arizona, se estima que se utilizan más de 42 mil millones de metros cúbicos de agua por año para riego, muchas veces provenientes de acuíferos ya sobreexplotados. Mientras tanto, en México, la cuenca del río Bravo enfrenta una de sus peores crisis en décadas. Según la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA), México debía entregar 2,150 millones de metros cúbicos a Estados Unidos en el actual ciclo quinquenal, pero hasta abril de 2025 solo había entregado el 30?%.

Este déficit detonó una negociación de emergencia que obligó a México a liberar más de 70 millones de metros cúbicos desde las presas La Amistad y Marte R. Gómez, afectando la disponibilidad para el riego en estados clave como Tamaulipas.

El estrés hídrico en Sinaloa también ha provocado una reducción drástica de las siembras de ciclo primavera-verano, obligando a muchos agricultores a cambiar a cultivos menos rentables o a no sembrar del todo. Con un impacto directo en más de 700 mil hectáreas agrícolas del estado, la crisis se traduce en pérdidas económicas, migración rural y presión sobre las cadenas de valor nacionales.

El reacomodo agroalimentario continental

Ante este panorama, el mapa agroalimentario de América del Norte está sufriendo un proceso de transformación acelerada:En California, regiones como el Valle Imperial —donde las precipitaciones anuales apenas superan los 75 mm— han comenzado a reducir cultivos como la alfalfa y los forrajes, debido a su enorme consumo de agua. El cultivo de hortalizas de alto valor, como lechuga, espárrago o brócoli, es priorizado por rentabilidad.En Estados Unidos, se está promoviendo la migración de cultivos hacia regiones con mayor disponibilidad relativa de agua, como el centro del país, donde los acuíferos no están tan sobreexplotados.En México, el gobierno y los productores enfrentan una disyuntiva, continuar apostando por cultivos extensivos o reconvertir hacia sistemas más eficientes, con menos consumo hídrico y mayor valor agregado.En Canadá, si bien aún goza de abundancia relativa, las provincias de Alberta y Saskatchewan han visto aumentar el estrés hídrico por uso intensivo en agroindustria. Además, existe creciente presión para considerar proyectos de interconexión hídrica continental como una solución de largo plazo.

Esto ha tenido sus efectos económicos, en 2024, el índice de precios globales de alimentos creció un 12?%, impulsado por factores climáticos, conflictos geopolíticos y disrupciones logísticas. América del Norte, pese a su capacidad productiva, no es inmune: el precio del maíz, el trigo y los vegetales frescos ha experimentado incrementos de entre 10?% y 30?% en ciertas regiones del continente, reflejo de una menor disponibilidad y mayores costos de producción.

Una agenda hídrica trilateral urgente

La realidad exige una agenda compartida. Ningún país del subcontinente puede resolver por sí solo una crisis que es estructural y sistémica. Las claves para un nuevo pacto hídrico norteamericano son claras:

  1. Modernización agrícola compartida: Generalizar el uso de riego por goteo, sensores de humedad y agricultura de precisión. México debe recibir asistencia técnica y financiera para acelerar esta transición.
  2. Actualización de tratados binacionales: El Tratado de Aguas de 1944 necesita ajustes que incorporen variabilidad climática, pagos compensatorios, y mecanismos de respuesta flexible para sequías extremas.
  3. Fondo trilateral de infraestructura: Una inversión conjunta de al menos 1,000 millones de dólares en presas pequeñas, rehabilitación de canales, redes de monitoreo satelital y fortalecimiento institucional.
  4. Innovación en producción urbana: Impulsar granjas verticales y sistemas acuapónicos en grandes ciudades como Monterrey, Phoenix, Toronto o Culiacán, que permiten reducir hasta en 90?% el uso de agua por kilogramo producido.
  5. Foro Trinacional del Agua y los Alimentos: Con sedes alternas y participación de gobiernos, productores, universidades y ONGs, para coordinar soluciones, compartir tecnología y promover la corresponsabilidad.

Reforzar el partnership continental

América del Norte enfrenta ya, no en un futuro hipotético, una verdadera emergencia hídrica. La crisis que golpea a California, Arizona, el norte de México y comienza a presionar a Canadá, es un llamado de atención para repensar la manera en que gestionamos el recurso más vital para la vida y la agricultura.

El agua ya no puede tratarse como un recurso local. Su gestión exige visión continental, cooperación efectiva y voluntad política real. México, Estados Unidos y Canadá deben reforzar su partnership estratégico no solo en comercio y manufactura, sino en el eje vital de agua–alimentos–territorio.No es exagerado afirmar que, si se posponen las decisiones, el subcontinente puede enfrentar inseguridad alimentaria, conflictos sociales y pérdida de competitividad global.

(*) Ex Secretario Técnico de la Comisión de Recursos Hidráulicos

del Senado de la República

 

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