Domingo 17 de Agosto de 2025 | Aguascalientes.

Se acabaron los pochos

Ikuaclanetzi Cardona González | 28/06/2025 | 20:22

Esta semana, sin tanto noise, se rompió algo bastante deep. La Corte Suprema le dio a Trump su regalo más twisted. Ahora 28 estados pueden negar la ciudadanía a los niños nacidos en suelo estadounidense, si sus papás no tienen papeles. Just like that.
 
El ius soli, esa regla que decía que con solo nacer allá ya eras ciudadano, se fue al carajo. Nacer ya no basta. Ser ya no es suficiente. Now it’s about apellidos, about status, about poder. El bebé que nace en un hospital de Texas, pero de mamá mexicana sin documentos, ahora no cuenta. Así nomás.
 
Y con eso, se fueron de un jalón los pochos, those in betweens, los que no hablan perfect español ni perfect English. Los que grew up entre frijoles y fast food, entre Star Wars y la Virgen de Guadalupe. Los que sueñan en Spanglish porque ese es su único idioma real.
They’re not getting erased por accidente. Es a propósito. Porque Estados Unidos -that country que dice ser tierra de libertad- decidió que la mezcla es amenaza. Que los hijos de migrantes son glitch en el sistema. Y el imperio, cuando no puede controlar algo, lo borra.
 
Así ha sido always. En Roma eran los bárbaros. En la Inquisición, los conversos. Aquí, los hijos de mexicanos. Y lo más fucked up es que esto no solo rompe leyes. Rompe niñeces. Rompe el sentido de pertenecer.
 
They grow up singing The Star-Spangled Banner at school, pero también gritando ¡sí se puede! con su jefa en la cocina. You pledge allegiance, pero también rezas en español. Y ahora te dicen que none of that counts. That you don’t belong. That your birth was a technicality.
 
Y eso es lo que más duele. Que no solo les están quitando derechos, les están quitando el derecho a tener derechos. Les dijeron a toda una generación: you’re not real. No cuentan. No son de aquí. Ni de allá.
 
¿Qué vamos a hacer con esos kids que ya aprendieron a vivir split in two? Que tienen a sus abuelos en Michoacán y su Xbox en Houston. Que bailan quinceañeras y homecoming. Que no pueden escoger un solo lado porque los dos son su casa.
 
This ain’t just a law change. It’s a soul punch. Para millones, tener un hijo en Estados Unidos era the one card they had. The hope. El “al menos él sí.” El “quizá ella no va a limpiar casas como yo”. Y ahora, not even that.
 
Y México, como siempre, just watching. Silencio cómodo. A veces con discursos de solidaridad que no llegan ni a Tijuana. Como si no tuvieran nada que ver. Como si no empujaran a su gente a cruzar. Como si el hambre no tuviera visa.
 
They say los pochos are over. Que ya no existen. Pero what they really mean es que les incomodan. Porque el pocho no se deja encasillar. No es suficiente gringo, ni suficiente mexicano, pero sí demasiado libre. El pocho no pide permiso pa’ existir. Se inventa. Se sostiene. Se ríe.
 
Maybe that’s what scares them. Que hablan raro, but make sense. Que escriben essays con tildes y emojis. Que we cry con Vicente Fernández y luego posteamos memes en inglés. Que tejen cultura con puras sobras y queda chula.
 
No se han acabado los pochos. Lo que se acabó fue la farsa. La máscara liberal. El mito de la igualdad por nacimiento. Pero en su lugar está naciendo algo más heavy.
 
Una rabia. Bilingüe. Binacional. Bicultural. Y badass.
Porque si ya no hay papeles que los nombren, habrá memoria. Y habrá voz. Y habrá historia. Y sobre todo, there’ll be fight.
 
¿What will they do con millones de hijos sin patria?
¿Y nosotros, qué chingados vamos a hacer para que no crezcan sin justicia?