Lunes 18 de Agosto de 2025 | Aguascalientes.

Cuando el tiempo se rompe: una cronosofía para el alma

Dr. Mauricio López | 27/06/2025 | 17:42

¿Quién tiene tiempo hoy? ¿Quién se atreve a detenerse cuando todo parece urgencia? Vivimos rodeados de relojes, pero privados de eternidad. El tiempo, que alguna vez fue un compañero interior, se ha transformado en tirano. Pascal Chabot, en su ensayo Tener tiempo, nos recuerda que la crisis actual no es solo económica o ecológica, sino cronológica: hemos perdido el arte de habitar el tiempo.
 
Cronosofía. Una palabra extraña y hermosa. Significa sabiduría del tiempo. No se trata de gestionarlo mejor, como proponen los manuales de productividad, sino de sentirlo, comprenderlo, vivirlo con alma. Porque tener tiempo, en lo más hondo, no es cuestión de minutos sino de presencia.
 
Hoy no nos falta tiempo; nos falta sentido. La velocidad, la hiperconexión y la lógica del rendimiento nos han hecho olvidar que el tiempo no solo se mide… también se siente, se guarda, se entrega. Nos hemos convertido en esclavos del ya, del siguiente, del más. Y mientras tanto, la vida que sucede despacio, con ternura y profundidad se nos escapa entre notificaciones.
 
Chabot nos invita a recuperar una relación humana con el tiempo. A distinguir entre el tiempo del trabajo y el tiempo del alma. Entre el tiempo de los algoritmos y el de los afectos. Entre el tiempo que usamos y el tiempo que nos transforma.
 
Tal vez este sea el mayor gesto de rebeldía de nuestra época: detenernos sin culpa, escuchar el silencio, cuidar el instante como quien cuida una flor rara. Recuperar la lentitud como virtud. Y reconocer, en medio del vértigo moderno, que tener tiempo es también darse tiempo para amar, para sanar, para mirar las nubes, para acompañar a otro ser.
 
No se trata de nostalgia, sino de resistencia. De una ética del ritmo. De un llamado a reconciliarnos con nuestra humanidad, esa que respira con pausas y que necesita vacío para ser fecunda.
 
Porque al final, no es solo que el tiempo se acabe… es que a veces nos acabamos por no tener tiempo. Y quizás, hermano lector, esta columna no sea más que un susurro que te dice: aún puedes. Aún puedes tomar tu tiempo y hacerlo sagrado. Aún puedes volver a ti.