Domingo 17 de Agosto de 2025 | Aguascalientes.

Automatización y empleo

Francisco Santiago | 20/06/2025 | 11:07

El siglo XXI se distingue por el rápido avance tecnológico, que ha tenido un impacto considerable en la industria, el comercio y los servicios, al tiempo que ha aumentado la interconexión entre los países. Como resultado de esta transformación, se ha producido una reconfiguración del empleo.

La transición del mercado laboral provocada por la automatización, el cambio climático y recientemente por la Inteligencia Artificial requiere de nuevas competencias laborales para permanecer vigente en un contexto de competencia global por los trabajos.

Debido a estos cambios estructurales a nivel global así como la interdependencia económica de los países, existe una transición en el empleo y de acuerdo McKinsey Global Institutepara el año 2030, entre 400 y 800 millones de personas en el mundo deberán cambiar de ocupación debido al avance de la tecnología. En su escenario más probable, 400 millones de trabajadores se verán obligados a reubicarse en nuevos sectores, adquirir nuevas habilidades o, en muchos casos, aceptar empleos menos estables y mal remunerados.

En el mejor de los casos hablamos de una reconfiguración de los perfiles que en algunos casos será gradual y en otros de impacto inmediato por la automatización y la robotización, se requerirá cada día una mayor especialización en los puestos de trabajo.

Además, estudios como los de PwC y Forbes coinciden en que hasta el 30% de los empleos actuales podrían ser automatizados total o parcialmente para 2030. Esto afecta no solo a la industria manufacturera o al transporte, sino también a sectores como los servicios financieros, la logística, el comercio minorista y, especialmente, los trabajos administrativos y rutinarios.

En este escenario se pueden avizorar impactos que generaran una mayor desigualdad. El International LabourOrganization (ILO) ha documentado que las mujeres se encuentran en mayor riesgo de ser desplazadas, principalmente porque muchas de ellas se concentran en tareas que desarrollan funciones altamente susceptibles a la automatización.

Esto se suma a las brechas preexistentes en acceso a la educación tecnológica, representación en carreras STEM y participación en empleos altamente calificados. El riesgo no es solo perder el empleo, sino quedar fuera de la transición hacia una economía digital que requiere mayores habilidades técnicas.

A lo largo de la historia de la humanidad las revoluciones tecnológicas han generado tanto disrupciones como oportunidades. El problema no es la tecnología per se, sino la manera en que la sociedad se prepara —o no— para enfrentar sus efectos.

En ese sentido México requiere atenuar los posibles efectos del desempleo tecnológico es necesario fomentar la articulación del sistema educativo con los diversos sectores de la iniciativa privada y aumentar los presupuestos en materia de capacitación y certificación laboral. Los riegos de no aumentar la inversión en educación significan un mayor desempleo lo cual podría generar efectos de exclusión social significativa sobre todo para las mujeres.

Es imperativo desarrollar estrategias proactivas de reconversión laboral. La formación continua, el aprendizaje a lo largo de la vida, la capacitación digital y la educación enfocada en habilidades transferibles deben ser prioritarias, financiadas y territorialmente contextualizadas.

No se trata únicamente de enseñar programación o robótica, sino de fortalecer competencias como el pensamiento crítico, la capacidad de aprender a aprender, la gestión de datos, la empatía digital y la adaptabilidad. En otras palabras, habilidades humanas indispensables para convivir con algoritmos.

También debe revisarse la estructura de protección social. Si los trabajos del futuro son más flexibles, parciales o intermitentes, ¿cómo se garantizará el acceso a salud, pensiones o seguros por desempleo? ¿Cómo se evitará que los beneficios del aumento en productividad se concentren en unos cuantos actores económicos, mientras la mayoría asume el costo del cambio?

La transición tecnológica debe entenderse no solo como una transformación del trabajo, sin duda tendrá profundos efectos en los modelos de prestaciones sociales y de seguridad vigentes.

En este contexto, el papel de la educación —formal y no formal— es estratégico. Las instituciones formadoras deben preparar a la sociedad para un mundo que aún no existe. No basta con alfabetizar en competencias digitales; es necesario formar en capacidad crítica, ética del uso tecnológico y resiliencia profesional. El conocimiento ya no es acumulativo, es adaptativo.

El futuro no está escrito. Pero si los datos advierten de una transformación de esta magnitud, no podemos responder con inmovilidad. La automatización es una realidad. Lo que está en juego no es si llegará, sino cómo nos preparamos para que no amplifique las desigualdades existentes.

En esa decisión colectiva —tecnología con justicia o automatización sin rostro—, nos jugamos mucho más que empleos. Nos jugamos el tipo de sociedad que queremos construir.

El sistema educativo enfrenta el desafío de modernizarse rápidamente para fomentar la empleabilidad y desarrollar competencias pertinentes necesaria para competir en un mercado laboral cada vez más especializado y complejo.El riesgo de no hacerlo serán la desigualdad y el incremento de la informalidad así como la perdida de competitividad.