“Cuando no hay lugar en el mundo, surge la rabia disfrazada de bandera.”
Mientras las élites hablan de inclusión y progreso, vastas regiones del mundo occidental viven otra realidad: la del olvido. ChristopheGuilluy, geógrafo francés, lo ha dicho con crudeza en su obra “No sociedad” (2018): ya no hay una comunidad unificada, sino fragmentos rotos, desarraigados del relato oficial del éxito.
Inspirado en la célebre frase de Margaret Thatcher “La sociedad no existe”, Guilluy desmonta el mito de una modernidad triunfante que habría traído bienestar para todos. En cambio, muestra cómo las clases populares han sido expulsadas de los centros urbanos, relegadas a periferias físicas y simbólicas, convertidas en espectadores de un mundo que ya no les pertenece.
Esta fractura no es solo económica: es afectiva, cultural y territorial. Guilluy nos advierte que el discurso globalizador ha generado lo que él llama una “no sociedad”, donde el vínculo social ha sido sustituido por el consumo, la soledad y el resentimiento silencioso. En este terreno fértil florecen los populismos: de derecha o izquierda, pero todos con una misma raíz emocional. No son aberraciones del sistema, sino su espejo invertido.
México no está exento. La polarización política, el desencanto con las instituciones y el ascenso de discursos redentores expresan una lucha por ser vistos, por recuperar una dignidad que el relato neoliberal arrasó. ¿Es populismo una enfermedad o una forma desesperada de reclamar pertenencia?
Frente a esta desolación, no basta con criticar el populismo desde las alturas académicas. Es necesario comprender la subjetividad del abandono, ese dolor colectivo que se gesta cuando millones sienten que ya no tienen futuro ni representación.
Guilluy no ofrece soluciones fáciles, pero nos obliga a mirar donde no queremos mirar. Nos recuerda que, sin justicia territorial, sin tejido común, sin escucha real, no hay democracia que sobreviva. La pregunta entonces no es cómo detener el populismo, sino cómo reconstruir el sentido de comunidad en un mundo que expulsó a demasiados.