Buen día. Esperemos que este viernes chiquito venga bien cargado de lluvias sobre este territorio de gigantes, que buena falta nos hace el agua, mis estimados lectores. Eso sí, esperemos que en esta temporada los funcionarios, en especial los del Ayuntamiento capitalino, se hayan puesto las pilas y no tengamos que lamentar tragedias como las de años anteriores, donde la desidia institucional cobró vidas humanas.
Hace no mucho, el actual alcalde prometió obras para evitar inundaciones y, con ellas, las desgracias recurrentes de cada temporal. Se habló de varios colectores pluviales; nadie sabe a ciencia cierta si ya están terminados, en proceso, o si solo existen en los coloridos boletines de prensa y en la imaginación de los asesores. En fin, estemos atentos y cumplamos al menos con no tirar basura en la vía pública, esperando que el Departamento de Limpia y Servicios Públicos haga su parte. Sería deseable que, para estas alturas, los drenajes y alcantarillas ya estén desazolvados, aunque los reportes ciudadanos sugieren lo contrario.
Por cierto, que ayer, ¡milagro!, un regidor de oposición se asomó a la escena pública para cumplir su papel y fustigar el desorden con que se creó MIAA (ese Frankenstein institucional) y la inoperancia que la ahoga día tras día. Todo, claro, por el capricho de tener el control en manos de perfiles que están tardando más de la cuenta en aprender cómo funciona la administración pública, mientras la ciudad padece. Pero bueno, confiemos en que Tláloc se apiade de nosotros y mande agua, pero sin desgracias.
Por otro lado, cuentan las lenguas conectadas al palacio mayor que, al parecer, la Número 1 finalmente empieza a abrir los ojos ante los desastres que su legión extranjera le ha causado a lo largo de estos años. Sus intenciones, quizá buenas, se toparon con un contexto que no conocen y unos engranajes administrativos que no entienden. Y para colmo, el desaire permanente a los profesionales locales solo ha complicado el escenario político y burocrático, trastocando funciones y procedimientos que costaron décadas construir.
Dicen que hay intención de levantar de la hamaca del gabinete, al exalcalde de la tierra de las brujas, hoy convertido en costoso florero que adorna la secretaría donde cobra como titular. Porque ya no hay presupuesto de imagen que cubra tantos desaguisados, cortesía de personajes que vinieron a aprender e inventar con cargo al erario.
¿Del Congreso? Mejor ni hablemos. Reducidos a oficialía de partes, esperan puntualmente sus bonos y jugosas dietas a cambio de levantar el dedo, sin importarles el daño de las medidas autoritarias y atolondradas que surgen de las “ideotas”del personaje recomendado, ese que todo lo sabe y, si no, lo inventa y que se ha vuelto ajonjolí de todos los moles, metiendo la cuchara en todo y descomponiendo lo que quedaba funcional.
Ojalá, por el bien de este último tramo de gobierno y de los ciudadanos de Aguascalientes, dejen de inventar, porque más temprano que tarde, las cuentas administrativas y legales se pagan.
Y aunque les cueste creerlo a los de la legión extranjera, en esta tierra hay perfiles muy capaces que, sin esperar sueldos dorados ni platos de lentejas, desean que al gobierno local le vaya bien, porque eso significa bienestar para quienes aquí vivimos.
Si tan solo vieran más allá de los centavos que intentan arrancar a los grandes proyectos, que sí existen y se pueden concretar para Aguascalientes, otra historia podríamos estar contando. Pero no, esas flores sexenales, sintiendo que el tiempo se les acaba para engordar cuentas bancarias, están haciendo añicos las buenas intenciones de la gobernadora y los planes que alguna vez tuvo para esta tierra.
Hasta aquí subió la roca…