Retrata documental las secuelas de un duelo

Al hablar en su sesión de terapia en línea sobre pérdidas, Sol Vargas Carrillo menciona la de su padre, a quien no sabe si llorar o no como un muerto, ya que lleva años desaparecido.

Javier fue deportado de Estados Unidos a México y al intentar cruzar la frontera se perdió todo rastro de él, lo que deja un vacío en las vidas de esposa, Rosa, y sus dos hijos, Sol y Javier, quienes son retratados en el documental Say Goodbye.

Una integrante más de la familia se suma a vivir esta pérdida a través del cine, Paloma López Carrillo, quien debuta en la dirección con este proyecto, que se estrena en el Festival Internacional de Cine UNAM (FICUNAM), en la sección Ahora México.

Luego de años de distancia con sus parientes en Utah, Estados Unidos, la cineasta les propuso acompañarlos durante un mes en su normalidad. 

Ella quería registrar sus maneras de vivir el duelo con años de distancia, lo que le mostró las secuelas de la desaparición.

"Uno idealizaría que quizás al vivir una experiencia de ese tipo, los lazos familiares se fortalecerían más, pero sucedió totalmente lo contrario, se alejaron. Cada quien tuvo que vivir su duelo separado. Al separarse están trabajándolo ellos a su ritmo desde sus propias carencias y sus propias necesidades.

"Quizás, si se hubieran unido como familia, no sólo hubieran tenido el duelo individual, sino también tendrían que haber estado cargando con el duelo de la familia y quizás hubiera sido más agobiante para todos", teorizó la directora.

Por la lejanía que reina entre los tres, el documental los registra por partes: Rosa charla sobre historias de crímenes reales con sus compañeros de trabajo, Sol está enfocada en el fisicoculturismo y Javier toca canciones suyas al piano o juega videojuegos.

López Carrillo aseguró que hubo mucha generosidad en sus parientes, a quienes no forzó a actuar nada.

El equipo de filmación era sólo de tres personas, que estuvieron atentas a cuando surgía algo que debían capturar.