Viernes 30 de Mayo de 2025 | Aguascalientes.

El reto de la semana laboral de 40 horas

Ricardo Heredia Duarte | 27/05/2025 | 11:16

En México, estamos acostumbrados a trabajar mucho y ganar poco. Según la OCDE, somos de los países que más horas trabaja al año, 2,226 horas en promedioy, sin embargo, nos ubicamos en los últimos lugares en productividad por hora. Mientras tanto, en países como Alemania, que trabaja casi 900 horas menos al año, la productividad es más del doble. Esto nos obliga a hacer una pregunta urgente: ¿de verdad estamos trabajando mejor o solo estamos pasando más tiempo sentados frente a un escritorio?

La discusión sobre reducir la jornada laboral a 40 horas semanales no es un capricho sindical ni una ocurrencia legislativa. Es una necesidad histórica. Y si no lo hacemos ahora, lo tendremos que hacer tarde o temprano. Porque el mundo ya va por otro camino, y México no puede quedarse atrapado en una lógica de trabajo que premia el tiempo de silla por encima del resultado.

Una tendencia global que no se detendrá

Países como Islandia, España, Alemania y Japón han probado esquemas de reducción de jornada, y en la gran mayoría de los casos han logrado mantener o incluso elevar la productividad, reducir el ausentismo, mejorar la salud mental y aumentar la satisfacción laboral. En Reino Unido, más del 90% de las empresas que participaron en su piloto de semana laboral de 4 días decidieron continuar con el modelo.

Incluso grandes corporaciones que operan en distintos continentes, como Microsoft, Unilever, Panasonic, entre otras, han puesto en marcha esquemas de trabajo más cortos y han confirmado que menos horas no significan menos eficiencia. Al contrario, cuando se mide por resultados y no por tiempo calentando la silla, el trabajo se vuelve más estratégico y menos burocrático.

En México seguimos atrapados en una cultura laboral que valora la permanencia por encima del rendimiento. En muchos centros de trabajo, lo importante no es qué tanto produces, sino qué tanto aparentas trabajar. Permanecer más tiempo en la oficina, aunque no haya tareas pendientes, se sigue viendo como “compromiso”.

Esa mentalidad ha normalizado las llamadas “horas nalga” extensas jornadas donde el reloj importa más que la creatividad, la innovación o la eficiencia. Pero si algo ha demostrado el mundo moderno es que el tiempo no es igual a productividad, y que las organizaciones que logran trabajar mejor en menos tiempo no solo son más rentables, sino también más humanas.

La transición hacia las 40 horas no será sencilla ni uniforme. No se puede aplicar igual en una empresa de software que en una línea de producción automotriz o en un campo agrícola. Cada sector tiene sus tiempos, ritmos y dinámicas. Por eso es fundamental que esta reforma se construya con consenso, diálogo y acompañamiento técnico y económico.

Las pequeñas y medianas empresas, que representan más del 70% del empleo formal en México, necesitarán apoyo para reorganizar turnos, capacitar personal o incluso contratar más trabajadores. El Estado debe estar presente, no solo con leyes, sino con incentivos, asesoría y un cronograma escalonado de implementación.

Desde los sindicatos, entendemos que esto no es una batalla contra los empleadores. Al contrario, es una oportunidad para dignificar el trabajo y elevar la productividad. No se trata de trabajar menos por trabajar menos, sino de trabajar mejor. Con objetivos claros, procesos optimizados y un enfoque real en el bienestar de las personas.

La reducción de la jornada laboral será, tarde o temprano, una realidad en México. Es parte de una transformación laboral inevitable. Postergarla solo agrava el desgaste físico y emocional de millones de personas que hoy están atrapadas en rutinas que los agotan sin hacerlos crecer.

El futuro del trabajo no está en horas infinitas ni en vigilancias permanentes. Está en confianza, autonomía, tecnología y respeto al tiempo personal. Apostar por 40 horas semanales no es solo una reforma laboral, es una declaración de principios. Es decirle al trabajador mexicano que su tiempo importa, que su salud importa, y que su vida no empieza cuando sale del trabajo… sino que debe vivirse plenamente también mientras trabaja.