El director ejecutivo de Volvo Cars, Hakan Samuelsson, declaró este viernes que sus clientes tendrían que pagar gran parte del aumento de costos relacionado con los aranceles y que podría resultar imposible importar uno de sus autos más asequibles a Estados Unidos si aumentan los gravámenes.
El Presidente Trump anunció este viernes su recomendación de un arancel del 50 por ciento sobre los productos de la Unión Europea a partir del 1 de junio, alegando que la UE ha sido un país con un trato difícil en materia comercial.
Samuelsson declaró a Reuters que un arancel del 50 por ciento limitaría la capacidad de Volvo Cars para vender su vehículo eléctrico EX30, fabricado en Bélgica, en Estados Unidos.
"Eso, por supuesto, sería casi imposible", declaró, y añadió que, dada la naturaleza cambiante de la amenaza arancelaria, no haría más conjeturas.
Los aranceles de Trump a las importaciones de automóviles y sus componentes han causado turbulencia en la industria automotriz mundial. Algunas empresas han modificado sus planes de producción para reducir los costos relacionados con los aranceles, mientras que otras esperan a ver si cambian las políticas.
El EX30, que según Samuelsson se vio "muy afectado" por los aranceles debido a su producción inicial en China, ha sido el intento de Volvo de ofrecer a sus clientes un coche eléctrico asequible.
Con un precio inicial previsto de 35 mil dólares, los elevados aranceles impuestos a los coches fabricados en China llevaron a Volvo a retrasar su venta en el mercado estadounidense hasta el inicio de la producción en Gante, Bélgica, en abril de este año. El precio inicial del coche es ahora de 46 mil 195 dólares.
Vehículos de otros fabricantes con precios más bajos, como Ford Motor, General Motors y Toyota Motor, se importan a Estados Unidos desde México, Corea del Sur o Japón, lo que pone en riesgo sus precios ante la incertidumbre arancelaria.
Samuelsson expresó su esperanza de que Europa y Estados Unidos lleguen pronto a un acuerdo a pesar de la amenaza del aumento de aranceles.
"Creo que pronto habrá un acuerdo. Podría no ser beneficioso para Europa ni para Estados Unidos interrumpir el comercio entre ellos".
La mayoría de los vehículos de Volvo Cars para el mercado estadounidense, que el año pasado representaron el 16 por ciento de las ventas del grupo, se importan de Europa.
La compañía pretende aumentar la producción en su fábrica de Charleston, Carolina del Sur, a corto plazo con la incorporación de un nuevo modelo, que Samuelsson ya había indicado que podría ser un híbrido enchufable de tamaño mediano.
Las acciones de Volvo cayeron un 5 por ciento.