Una amenaza silenciosa pero implacable
En la industria, detener la producción no es una opción. Sin embargo, cada vez más empresas manufactureras se ven paralizadas, no por huelgas ni interrupciones logísticas, sino por un enemigo invisible que se infiltra en silencio: los ciberataques. En un entorno donde todo está conectado —máquinas, sensores, sistemas logísticos y hasta los dispositivos personales del personal—, la ciberseguridad industrial ha dejado de ser una alternativa para convertirse en un imperativo estratégico. Y el mayor riesgo, paradójicamente, no siempre viene de afuera: puede entrar por algo tan cotidiano como una red WiFi mal protegida.
Más conectividad más vulnerabilidad
La revolución digital ha transformado las fábricas en ecosistemas inteligentes, interconectados y cada vez más dependientes del flujo de datos en tiempo real. No obstante, esa misma conectividad las hace vulnerables. Hoy, los ataques no necesitan una brecha física: basta con interceptar una red inalámbrica o suplantar un punto de acceso para penetrar hasta el corazón de las operaciones. Los riesgos más comunes incluyen redes Wi-Fi falsas (conocidas como “Evil Twin”), ataques de desautenticación, secuestro de sesiones TCP y explotación de vulnerabilidades en los protocolos de seguridad. Cada uno de estos puede tener consecuencias devastadoras: interrupciones de línea, pérdida de datos sensibles, manipulación de órdenes de producción o incluso daños físicos a los equipos conectados.
Casos recientes que nadie puede ignorar
Y no se trata de escenarios hipotéticos. En mayo de 2025, Nucor, el mayor productor de acero de Estados Unidos, se vio obligado a detener parte de sus operaciones debido a un incidente de ciberseguridad que comprometió sus sistemas de TI. En México, la cadena Coppel sufrió en 2024 un ciberataque masivo que paralizó la operación de más de 1,800 tiendas durante tres meses, afectando servicios esenciales y exponiendo la fragilidad digital de empresas con alta dependencia tecnológica.
A inicios de ese mismo año, una reconocida empresa del sector automotriz con presencia en al menos once estados del país fue víctima de un ataque de ransomware que afectó directamente la disponibilidad de sus sistemas logísticos y administrativos. Aunque el nombre de la compañía no fue revelado públicamente, el impacto del incidente encendió alertas en toda la cadena de valor, al evidenciar que incluso organizaciones con experiencia operativa y estructura regional pueden quedar vulnerables si no cuentan con una ciberdefensa sólida.
Aunque no todos estos ataques se originan en redes Wi-Fi, varios expertos han documentado cómo estas redes han sido utilizadas como puntos de entrada, especialmente en plantas con protocolos débiles o dispositivos mal configurados. Aún más alarmante es que muchas pequeñas y medianas empresas —pieza clave en las cadenas globales de suministro— siguen sin contar con protocolos mínimos de protección digital.
Brechas que la industria aún no cierra
Las consecuencias de estos ataques no solo son económicas. Afectan la reputación, comprometen la confianza con clientes y socios, y pueden interrumpir operaciones sensibles con alto impacto en la cadena productiva. Lo más preocupante es que muchos líderes industriales aún subestiman el alcance de esta amenaza. En pleno 2025, hay empresas que todavía operan con routers sin actualizar, contraseñas genéricas o sin segmentar sus redes entre áreas críticas y administrativas.
Proteger lo invisible: una prioridad directiva
Blindar nuestras fábricas comienza por reconocer que la seguridad digital es tan crucial como la eficiencia o la calidad. Entre las medidas más efectivas para prevenir ataques por WiFi se encuentran: implementar protocolos de seguridad robustos como WPA3, segmentar redes industriales, instalar sistemas de detección de intrusos, actualizar firmwares de todos los dispositivos conectados y capacitar al personal en prácticas básicas de ciberhigiene. No basta con tener infraestructura moderna; se necesita una cultura empresarial que entienda que cada conexión inalámbrica es una puerta abierta al riesgo.
Un futuro más eficiente… y más expuesto
A futuro, la vulnerabilidad será aún mayor. El número de dispositivos IoT industriales (IIoT) se duplicará en los próximos tres años, y cada uno representará un punto de acceso potencial. Esto, sumado a la adopción acelerada de inteligencia artificial en sistemas de control, hará que las fábricas sean más eficientes, pero también más expuestas. Las regulaciones serán más exigentes: se anticipa que nuevas normativas internacionales obliguen a las industrias a demostrar capacidades de prevención y respuesta ante incidentes cibernéticos, especialmente si participan en cadenas de suministro críticas.
Reflexión final: La amenaza más peligrosa es la que no se ve
Hemos elevado la industria a niveles nunca antes vistos: automatización, eficiencia, conectividad global. Pero en medio de esa evolución, olvidamos algo elemental: la industria del futuro no puede sostenerse sobre cimientos digitales débiles.
La ciberseguridad no es un asunto técnico, es una decisión de liderazgo. Porque en un mundo donde todo está conectado, un solo descuido basta para apagarlo todo.
Las amenazas ya no tocan la puerta. Se conectan. Se infiltran. Y si no actuamos hoy, mañana no habrá planta productiva que defender.
¿Estamos protegiendo nuestras redes con la misma fuerza con la que defendemos nuestras inversiones?